Si hay un ámbito que ha sido una piedra en el zapato para los primeros 100 días de Joe Biden, ese ha sido, sin duda, el de la migración. En su defensa queda que durante décadas ha sido una gestión de gran dificultad para todos aquellos que han accedido a la Casa Blanca.
Estos primeros 100 días dejan una sensación agridulce sobre las iniciativas migratorias lanzadas hasta la fecha. Por un lado, el Gobierno de Biden ha sido activo a la hora de hacer propuestas, especialmente en campaña, y de tratar de desmontar el complejo sistema burocrático creado por el expresidente Donald Trump. Pero, por otra parte, las cifras migratorias continúan creciendo, no se han cumplido varias promesas y es frecuente el envío de mensajes contradictorios.
La situación está tensa en los 3.000 kilómetros de frontera entre Estados Unidos y México. En las causas de la migración masiva radican los problemas históricos en el Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) de inseguridad, violencia y corrupción, agravados por la pandemia y los recientes huracanes, además de la gestión que se lleva a cabo en la misma frontera. Una cuestión que el investigador del think tank Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), Sergio Maydeu Olivares, en un artículo del 4 de abril, catalogó de irresoluble: «No hay una solución definitiva al problema, pero sí una mejor o peor gestión.»
La llegada de migrantes continúa en números históricos
La Casa Blanca rechaza hablar de crisis. Sin embargo, en los tres primeros meses del año se han contabilizado cerca de 350.000 detenciones, el mayor registro desde marzo de 2001. Con estos números, sectores conservadores del Partido Republicano no han tardado en decir públicamente que la frontera está abierta y fuera de control.
Un argumento lejos de la realidad: el 70 % de las personas que han entrado durante la era Biden, han sido expulsadas rápidamente por una norma implementada por Trump, que se basaba en cuestiones sanitarias por el Covid-19.
De hecho, según el American Immigration Council, se está dejando quedarse a menos familias en la administración Biden en 2021, que durante 2019, en la era Donald Trump.
Además, marzo ha registrado otro dato inédito: la llegada de 18.000 menores no acompañados, que desbordaron los albergues del Gobierno.
Sin embargo, por otro lado, sí que se ven algunos cambios respecto a la dura política de la anterior administración. Los arrestos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) disminuyeron en más de un 60 %. En los últimos tres meses de la administración Trump, se apresaba a 6.800 personas de promedio mensualmente; en febrero, primer mes completo de la Administración Biden, se produjeron 2.500 arrestos.
Gran dificultad para deshacer el legado de Trump
Con anterioridad, se hacía mención al difícil reto de deshacer las acciones de Trump en materia de inmigración y a la consecuente decepción de no tener la celeridad esperada en cuanto a cambios.
Sin embargo, hasta esta semana, Joe Biden ha realizado 94 acciones ejecutivas sobre migración, según datos del Instituto de Política Migratoria. Son muchas acciones, teniendo en cuenta que Donald Trump no había llegado a 30 en sus primeros 100 días. En esa voluntad de restablecer la época Obama, de 94 acciones de Biden, 52 han sido para acabar con el legado de Trump.
Además del sistema heredado de los republicanos, los demócratas cuentan con escasas mayorías. Leyes como la reforma migratoria deben pasar por el Senado, donde necesitan 60 votos y actualmente disponen de 50 senadores.
Además, muchos republicanos aún están comprometidos con la esencia de Trump, como demuestra el senador Lindsey Graham, quien en marzo aseguró que no va a apoyar ninguna reforma migratoria hasta que la frontera esté bajo control.
Las promesas migratorias cumplidas por Biden
Tras estos primeros 100 días, el presidente Joe Biden y los demócratas del Congreso se han encontrado con la imposibilidad de implantar un paquete de medidas grande en poco tiempo, por lo que han tenido que recular en sus ambiciosas promesas. En lugar de ello, han centrado esfuerzos en avanzar con pequeños cambios que marquen un nuevo rumbo.
La administración Biden ha conseguido impulsar recursos humanitarios hacia la frontera y fomentar las asociaciones público-privadas para enfrentar el aumento de la migración. Sin embargo, no ha sido suficiente para paliar la ola migratoria vigente, como demuestran las imágenes de hacinamientos masivos de menores no acompañados.
Por su parte, Biden sí que ha cumplido con la entrega de un proyecto de ley de reforma migratoria al Congreso en sus primeros 100 días, en el que destaca la voluntad de regularizar a 11 millones de indocumentados.
Otra medida ha sido la de revertir los amplios criterios de Trump para deportar inmigrantes y volver a los de la era Obama, cuando solo se expulsaba a aquellos que representen un riesgo para la seguridad nacional o fronteriza, así como para la salud pública.
La administración Biden ha dejado de financiar y construir el muro fronterizo. Ha revertido la regla que desalienta a los inmigrantes de usar beneficios públicos. Y ha puesto fin a las restricciones de viaje para personas de 13 países de mayoría musulmana.
En curso están otras medidas como la de agilizar y mejorar el proceso de naturalización de los titulares de tarjetas verdes, quienes consideran más accesible el nuevo estado que el de Trump.
También se encuentra en proceso el fin de la separación familiar: el Gobierno de Biden ha creado un grupo de trabajo que trata de reunir a las familias separadas en la frontera. Una misión que avanza lentamente.
Existen otras medidas tomadas que, pese a no cumplir totalmente con la promesa inicial, han logrado avances.
Por ejemplo, Biden prometió ordenar una revisión del Estatuto de Protección Temporal y, aunque no se ha llevado a cabo, sí que ha sido otorgado a venezolanos y birmanos y se ha extendido a sirios y liberianos.
También prometió garantizar que el personal de inmigración, aduanas y frontera cumpla con las normas profesionales y rinda cuentas por tratos inhumanos. Biden incluyó fondos para capacitación e investigación, tanto en su proyecto de ley como en el presupuesto. Sin embargo, su administración también ha enfrentado preguntas sobre abuso en, al menos, una instalación de Texas.
Las promesas migratorias que no ha podido cumplir Biden
Que la migración es uno de los retos más importantes para el Gobierno de Biden se demuestra en que también ha derivado en uno de los principales errores de los primeros 100 días.
Fue en este mes de abril cuando la Casa Blanca anunció que mantendría la cuota anual de refugiados en el nivel mínimo marcado por Trump, de 15.000 personas, por «razones humanitarias». Un aluvión de críticas por parte de los sectores demócratas obligaron a Biden a rectificar la medida apenas unas horas después.
De hecho, entre sus promesas estaba aumentar esa cifra hasta 125.000 refugiados anuales. Algo que está muy lejos de ser realidad. Se espera que se conozca la cifra definitiva en mayo, pero todo indica que este año aún van a estar por debajo de los 15.000 refugiados.
Tampoco ha logrado completar la reforma al sistema de asilo de Estados Unidos. En febrero firmó una orden ejecutiva para que sus funcionarios elaboraran la estrategia, pero no ha cumplido con los plazos previstos.
Otro plan fallido ha sido el de congelar las deportaciones durante 100 días, en este caso, al ser bloqueado por la Justicia.
La intención de convocar una reunión con líderes de El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Canadá para abordar las causas migratorias desde el origen todavía no se ha cumplido, pese a que la vicepresidenta Kamala Harris, encargada de la misión, ya ha hablado con los líderes de México y Guatemala.
Entre sus promesas también estaba proteger a los “dreamers” (“soñadores”), jóvenes inmigrantes llegados con sus padres y que mediante el programa DACA estaban resguardados de la deportación. El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, anunció que estaban emitiendo una regla para “preservarlo y fortalecerlo”, pero esta norma podría quedar invalidada por un desafío judicial de Texas.
Tampoco el Gabinete Biden ha podido cumplir con el fin de la detención prolongada de migrantes, y aunque se implementó un plan para que sean liberados a las 72 horas, muchos niños han estado más tiempo, debido al aumento de la migración y la falta de instalaciones para albergarlos.
Un plan que necesita tiempo y del que no dispone
Según el Instituto Migration Policy, los primeros 100 días de Biden sirven para ver el poder del presidente de cambiar la dirección de la política migratoria de Estados Unidos. Además, confían en que, a medida que el Senado confirme a las personas designadas para las agencias de migración, las acciones ejecutivas de su administración van a ir creciendo.
Sin embargo, para Maydeu Olivares, lo que menos tiene Joe Biden ahora mismo es tiempo «para implantar un modelo que minimice riesgos y permita migraciones regulares, seguras y ordenadas».
Sin embargo, el analista indica que lo que sí depende de su administración es atender emergencias, como la llegada de miles de menores no acompañados. Una situación humanitaria que considera responsabilidad de Biden. Por delante, todavía está prácticamente un mandato entero.