Por: Julio Cesar Ardila Torres/ Hablar de más tributos en estos momentos en que todos estamos guardados escondiéndonos del virus sin poder producir más que gastos y deudas no tiene ninguna presentación ni justificación, pues si antes el Estado sostenía su gasto público con los tributos existentes como es que ahora estando nosotros confinados pero aun así pagando las mismas tasas, contribuciones e impuestos obligatorios estos no alcanzan para cubrir esos gastos que se supone deben en estos momentos de pandemia ser menores comparados con los que ocasiona una sociedad en pleno movimiento.
La mayor tributación se justificaría única y solamente si el Estado dirigiera la mayor tributación a aquellos sectores que de alguna manera han tenido mayores riquezas originadas por la pandemia ya que este mayor beneficio no estaba presupuestado y de ellos es lógico esperar su aporte más no de los sectores guardados y en inactividad productiva quienes han roto su alcancía para sufragar el gasto que ocasiona su parálisis y confinamiento obligatorio o voluntario.
En Colombia a todos nos cobran tributos, bien sean como impuestos directos por las pertenencias en renta y predial o bien como impuestos indirectos por las transacciones y actividades que realicemos entre ellas al pagar bienes o servicios como ocurre con el IVA el que se cobra a todos ricos o pobres por igual, sin que el que menos tiene entonces por ello la libra de azúcar le cueste menos debido a que el impuesto al valor agregado del que la tendencia ha sido la de incluir el mayor número posible de productos con forcejeo constante en la canasta familiar este es en ultimas el que más golpea a los sectores menos favorecidos quienes terminan llevando menos alimentos a sus hogares e incluso a un pago total más alto.
Aquí desde el confinamiento por pandemia igualmente no se entiende el que de la tentativa que provoca la canasta familiar ahora se pase a gravar aún más los servicios públicos básicos domiciliarios entre ellos el agua y la luz, los cuales con la estratificación socioeconómica ya están sobredimensionados en sus costos y retenciones sin que consulte en nada el bolsillo o ingresos de la persona que utiliza el servicio sino que se basa en las condiciones de la vivienda en la que su grupo familiar habita y el entorno o zona en la que esta se encuentra, los cuales son sorprendidos al ser pasando en ocasiones de estrato 2 al 3 o 4 sin entender un por qué y conllevando a que muchos se abstengan de proyectar espacios para sano ejercicio y esparcimiento y quienes se abstienen de mejorar o arreglarla la presentación de la fachada de su vivienda simplemente por el temor a ser subido su estrato social con las consecuencias económicas que ello ocasiona, más cuando ahora cualquier vivienda ya es estrato 4 quedando cada vez menos viviendas clasificadas en estratos menores y no porque esto obedezca a los mayores ingresos del grupo familiar sino simplemente a los parámetros establecidos para su categorización que cada vez son más flexibles para subir a mayores estratos que para adecuarlos a la realidad.
Si bien es cierto que el Estado somos todos también es cierto que muchos han sido más beneficiados por el Estado durante mucho tiempo antes de la pandemia y durante la misma, quienes en épocas como esta son los que el gobierno debe llamar a aportar en la solución de la crisis económica sin afectar para nada a la mal llamada clase media que en Colombia son los que medio les alcanza para vivir y menos aún a los menos favorecidos que buscan sobrevivir no solo a su nula capacidad económica sino también a las arremetidas del virus.
*Abogado.
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