“Qué crueldad… Venía conduciendo sobre la vía rural entre Rionegro y el Corregimiento Santa Cruz de La Colina y a orilla de carretera en pleno sol de mediodía me encontré con un saco de fibra amarrado que se movía con mucha fuerza”.
“La curiosidad me hizo bajar para saber qué podría haber allí dentro del saco. Era una hermosa perra cachorra a punto de morir asfixiada, la cual me lamió con una ternura como si fuera el amo que estaba esperando”.
“Le di pan con agua que traía y parecía que llevaba días sin comer, de inmediato la adopto con toda mi satisfacción de ser una gran compañera. Dios pone las cosas en el momento justo… Una sociedad se juzga en la forma como trata los animales”.
Con esas 127 palabras el columnista de Corrillos, Gustavo Herrera Acelas, se convirtió en tendencia en la red social Facebook.
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Gustavo nos tiene acostumbrados en sus columnas a calar muy profundo en el alma, talla en el corazón sus textos, no es grandilocuente ni tiene a mano una enciclopedia para escribir sus mensajes que cada quince días se publican en el portal www.corrillos.com.co
Sus escritos como su diálogo son sencillos y sinceros, tal vez ese sentimiento con que redacta hace que los lectores se identifiquen. Conversar con Gustavo es hacerlo con una persona llena de experiencias, y no porque las busque sino porque de una manera u otra tiene el aura de percibir las cosas cotidianas como extraordinarias.
Recordamos cómo hace unos meses tuvo la oportunidad de redactar en un par de columnas en Corrillos su experiencia con la pandemia, con el covid-19 que lo tuvo ingresado en un hospital.
No obstante, como recuerdan sus columnas, su llegada al hospital no fue por la puerta principal, porque el virus que azota el mundo lo tienden a confundir, quienes califican todo, con una gripa.
Así le ocurrió a los calificadores de su estado de salud que le señalaron que su caso era de gripa fuerte, resfriado, o no sé qué más cosas. Esa desafortunada calificación de su estado de salud atrasó su ingreso al centro hospitalario y a la atención debida y por ello su viacrucis fue mayúsculo.
Sin poder respirar, antes de llegar a esa instancia de estar intubado, le tocó hacer el paseo donde casi fallece. Cuando observó que el saco de fibra se movía con fuerza, como si una fuerza sobrehumana gritara en silencio, Gustavo recordó momentos que tuvo en que le faltaba el aire.
Pasar por una carretera y ver que un bulto se mueve, que una fuerza sobrehumana agita ese saco de fibra, impulsa al ser humano a pisar el acelerador y alejarse para no saber, ni siquiera preguntar y más bien muy rápido olvidar.
Gustavo pudo hacer lo mismo, la camioneta que conducía está en buen estado mecánico así que potencia no le faltaba para pisar el acelerador y alejarse. Sin embargo no lo hizo.
La fuerza que Gustavo llama curiosidad, la que lo impulsó a detenerse y mirar el bulto que se agitaba a un lado de la carretera, fue circunstancial, pero con solo esa decisión, sin proponérselo, salvó una vida.
¿Qué sintió al hacerlo? Sin lugar a dudas quiso compartir lo sucedido, pero no tanto por mostrarse salvador, sino para mostrar cómo hay personas que empuñan su fuerza, meten vivo a un ser sintiente en un saco de fibra y amarran ese saco para despedirse de esa vida para siempre.
No obstante, nada estaba definido para esa criatura y la fibra permitió que entrara el aire. Unas horas después, no el aire sino el hambre, habría terminado con esa vida.
El sentir que un saco se agitaba con fuerza trajo al presente de Gustavo ese agitar de sus pulmones cuando luchaban por lograr respirar. No muy tarde lograron prestarle la atención debida y Gustavo puede contar su resurrección al salir del covid-19.
Unas semanas después el mismo Gustavo se convirtió en la persona que dio los primeros auxilios a ese ser vivo y en agradecimiento le lamió la mano, como si lo hubiese estado esperando. Agradecido de devolverlo a la luz y a un hogar que lo querrá y lo cuidará.
Gustavo quiere que su mascota reciba todos los cuidados médicos debidos para mantenerla en su poder, no obstante esos servicios no son tan económicos como podría pensarse, así que espera una mano amiga.
En su Facebook ha tenido 32 mil me gusta, 2,8 mil comentarios y 22 mil veces compartido. Sus interlocutores son de todas partes del mundo. La gente le agradece a Gustavo su gesto humanitario.