Por: Carlos A. Gómez/ La famosa tienda D1 inició en Colombia en el año 2009, siguiendo un modelo alemán de tiendas con precios bajos, usando estantería con poco diseño industrial bajando costos de publicidad y de almacenamiento. Después que D1 iniciara con éxito su negocio, nacieron sus primos Justo y Bueno y ARA, con el mismo propósito: vender a precios muy bajos y, según ellos, con gran calidad.
Las grandes inversiones que se han hecho con las tiendas D1 están poniendo en jaque a los pequeños empresarios y micronegocios como las tiendas de barrio o los minimercados y fruver. Las tiendas D1 hacen parte de los negocios del imperio Santo Domingo, familia millonaria en Colombia dueña de la cadena Caracol, el periódico El Espectador y, antes de venderla, fue dueña de Bavaria, entre otros. Con este músculo financiero son los dueños del 60 % de las tiendas D1.
En Santander, las tiendas D1 están en 21 municipios. En total son 62 tiendas, solamente en Bucaramanga hay 22 de ellas. Este tipo de tiendas durante de los últimos 10 años han tomado la suficiente fuerza como para estar en pequeños municipios como Oiba, El Carmen y San Vicente del Chucurí, Cimitarra, Rionegro, Sabana de Torres, entre otros.
Estas cadenas de tiendas tienen como objetivo lograr la venta de los bienes de la canasta familiar a precios muy bajos y llegar a municipios grandes y pequeños con el fin de lograr derrumbar a su competencia que están desde hace años vendiendo los mismos productos en esos municipios.
La capacidad de las tiendas D1 y las otras son mucho mayores en cuanto a los productos que ofrecen las tiendas de barrio. Sin embargo, existen varios factores que han llevado a que los tenderos de barrio vean afectadas sus ventas por la presencia cercana de esta gran competencia. Uno de ellos es que las familias no están dispuestas a guardar fidelidad por precio, todo lo contrario: en épocas de incertidumbre económica como la actual, muchas personas, especialmente las familias con más de tres integrantes prefieren comprar en uno solo lugar todo lo que se necesita para la alimentación del mes.
EL segundo factor es que las tiendas D1 ofrecen artículos de marca propia (KOBA) a precios casi al costo. Ellos logran enviar a sus más de 1.300 tiendas en todo el país productos hechos con su propia marca y que suplen a las marcas tradicionales ya conocidas. Por ejemplo, son muy pocos los productos que venden de la marca Alpina, la leche es de la marca Latti, que es producida por la conocida marca del centro del país, El Pomar. En cambio, las tiendas de barrio sí tienen que vender productos de marca conocida y que son más costosos que los que ofrecen esta cadena de tiendas.
Cerca del 43 % es la diferencia en promedio de los precios que ofrecen las tiendas D1 con relación a las otras marcas. Muchos tenderos frente al monopolio de precios tienen poco o nada que hacer.
En Bucaramanga existen más de 2.800 tiendas de barrio que han estado pasando por una crisis económica debido a la pandemia. Es evidente al visitar algunas tiendas que los productos han escaseado y ya no se maneja la misma cantidad de inventario en stock. Aunque no es un fenómeno que tiende a desaparecer con facilidad, no es un negocio que sea sostenible si la competencia es desmedida.
En Colombia el 21 % de los negocios registrados son representados por tiendas de barrio, panaderías, cafeterías y pequeños supermercados. Todos estos negocios proporcionan empleos directos a 2, 3 o más personas y mantienen la economía de esos hogares; también generan empleos indirectos relacionados a promotores, conductores, sistemas de seguridad, publicistas, entre otros. Por lo general las tiendas de barrio son negocios puestos en casas que son, en la gran mayoría, propiedad de los tenderos, lo cual permite que el valor del producto no genere un incremento adicional por el arriendo.
¿Es posible llegar lograr la regularización de este tipo de tiendas D1, Justo y Bueno y otras con los precios que ofrecen? El sistema de monopolio de los precios tiende a bajar precios, destruir o acabar la competencia para después subir los precios a su antojo. Recuerden los famosos carteles del cemento, de los pañales, del papel, del arroz y del azúcar. Esos carteles iniciaron bajando precios o entre empresas grandes acordaron algunos precios para eliminar la competencia. Finalmente, la SIC sancionó a esas empresas, pero la plata no fue devuelta a los incautos compradores.
Ya mucha gente ya no come de marca, sino que ahora mira más el precio: ¿para qué gastar en un detergente de marca si con uno que le vale 2 mil pesos menos hace lo mismo? En estas épocas el costo-beneficio está más presente en la mente de los consumidores que en la marca y eso es lo que ofrecen ese tipo de tiendas de consumo masivo.
Las tiendas de barrio son atendidas por el vecino o la vecina, el fruver está ahí en la esquina de su cuadra. No olvidemos que estos negocios son emprendimientos de paisanos que no tienen el músculo financiero de esas familias que han estado siempre enriqueciéndose con el monopolio que han logrado. Las tiendas de barrio han sacado a muchos del apuro de no tener plata para llevar alimento a su mesa. Recuerde que el veci lo salvó a usted en su momento de quiebra.
Antes de que las tiendas de barrio cierren (ojalá no pase), haga sus aportes para apoyar la economía local de su barrio. Compre legumbres y frutas del fruver cercano a su casa. El fruver es un gran lugar donde usted compra lo más fresco del campo de nuestra tierra.
Señor tendero y dueño de fruver: haga el esfuerzo de innovar en lo que más pueda, ofrezca sus servicios en las redes sociales, siempre mantenga la cara amiga y sonrisa amable. Entérese de su competencia, si ve que están abriendo un local nuevo, averigüe de qué es, puede ser su competencia y deberá estar preparado.
*Ingeniero Industrial – Magister en Responsabilidad Social y Sostenibilidad.
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