Por: Ruby Stella Morales Sierra/ El astrólogo humanista español José Millán, utilizó este título desde diciembre pasado para dar lectura a su sermón de relaciones y conjunciones planetarias de Júpiter, Saturno, Plutón, Neptuno… Eclipses y lunas llenas, que han acompañado al mundo en la tormenta perfecta de los acontecimientos como la pandemia, el derrumbe de la economía mundial y los cambios geopolíticos que avanzan en salmuera entre el bloque del antiguo pensamiento y abuso de poder y el otro sector de quienes creen en las transformaciones construidas desde lo mejor de lo humano.
Relaciones económicas depredadoras y desiguales, corrupción y enquistamiento de poderes obsoletos, explotación irracional de los recursos naturales y los demás seres vivos, incluida la explotación humana, son apenas factores que nos llevaron como sociedad al caos tormentoso en que estamos inmersos y que sí o sí, estamos abocados a cambiar.
La buena noticia es que hay que recordar que las tormentas también limpian lo sucio, quiebra los árboles débiles, arrastra los abrojos y espinas y hasta puede cambiar el rumbo y lavar las aguas putrefactas para forzosamente dar inicio a un nuevo amanecer esperanzador. Después de la tormenta llega la calma. Esta tormenta también puede dar origen a una atmósfera propicia para el surgimiento y cambios de una nueva conciencia global de responsabilidad compartida.
Según la astrología, desde el pasado 21 de diciembre entramos en una época que impulsaría los hechos que estremecen la geopolítica mundial, al parecer para dar cabida a un largo y frenético periodo revolucionario que transita hacia un sistema de poder horizontal más humanista. El impulso y energía positiva que erradica el mesianismo, la economía del lucro y acumulación, las dictaduras y la depredación de la naturaleza y de las fuerzas humanas.
Creamos o no en la astrología predictiva y de relaciones históricas, lo que parece evidente es que se cumplen ciclos de eras del tiempo y que en el paso de la humanidad por este planeta tierra, los hechos pareciera que se repiten por milenios, centurias, siglos y años.
Acontecer que ha llevado a que el estudio de los astros y su influencia en la vida humana, se haya retomado por muchos interesados en encontrar evidencias que se contrastan más allá de hechos del pasado comprobados científicamente por la geología, paleontología y arqueología como los cambios climáticos, la extinción de especies y hasta el hundimiento y surgimiento de islas y continentes.
Cambios que han marcado a la humanidad en su intento por vivir con humanidad, con sus errores y crueldades como el surgimiento y derrumbe de imperios, la esclavitud por la liberación, la superstición y el tabú por conocimiento y cultura, la crueldad y el odio por la conciencia y el amor; la avaricia por la solidaridad y la compasión; la tiranía por la democracia.
La cuestionada y llamativa astrología que relaciona las fuerzas del universo con la historia de la humanidad a partir de la intuición y sus leyes propias, se ha venido ganando un espacio en medio del maremágnum de informaciones y noticias virtuales. La causalidad imperativa.
Ciencia, deducción e intuición
La astrología tiene su hermana gemela acogida por la ciencia: la astronomía, que es el antiguo estudio del universo y sus planetas y sus relaciones de movimientos con respecto a la tierra. Estudio que le costó la vida, lapidada por una turba manipulada y supersticiosa, a una mujer poderosa en conocimientos matemáticos y astronómicos como Hypatia de Alejandría.
La astronomía también acaparó la atención de grandes hombres de ciencia de la antigüedad como Aristóteles, Pitágoras, Ptolomeo y muchos más, estudios que fueron retomados en la edad media con el temor de ser pasados por la hoguera del fanatismo católico y tuvieron que ir con pies de plomo como Nicolás Copérnico y la teoría heliocentrista que casi le cuesta la vida al contrariar la ignorancia astronómica de los sabios de la Santa Madre iglesia antigua como un tal Belarmino, sabios oscuros que luego sí condenaron a Giordano Bruno como mártir de las ideas heliocentristas y fue asado por los santos jueces de la inquisición.
También estudiaron los astros Leonardo Da Vinci, Galileo Galilei, Kepler, René Descartes.
Dejaron su legado en la astronomía moderna Isaac Newton y las leyes de la dinámica (mecánica celeste), Halley y las órbitas de los cometas, Alexander Von Humbolt con su geografía moderna, León Foucault y la rotación de la tierra, entre otros.
En el siglo XX la astronomía fue estudiada por Albert Einstein con la relatividad y la teoría de la luz, Max Planck y la teoría cuántica, entre muchos más.
Quién puede olvidar la fantástica serie Cosmos de Carl Sagan con la divulgación científica que nos recordaba siempre que estamos formados por el mismo polvo de las estrellas del universo…
Los rayos de la tormenta
Entre la constelación de hechos que sacuden al mundo, son varias las situaciones puntuales que han atrapado nuestra atención en estos días: Primero, la posesión del nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en medio de amenazas terroristas internas; y segundo sostenido, el padecimiento de la más feroz pandemia que afronta la humanidad, con su tenaza mortal y el surgimiento de las nuevas cepas de transmisión feroz detectadas en Brasil.
Como positivo a nivel global, el inicio y continuidad de la vacunación en países desarrollados que acaparan el 80 por ciento de las vacunas adquiridas a los laboratorios particulares, ya sea del bloque capitalista o del mal llamado bloque comunista-capitalista.
Laboratorios de vacunas que exigen cláusulas restrictivas y confidencialidad inmoral por razones económicas, que por cuenta de la invención de la vacuna pasaron a convertirse de forma evidente en una nueva especie de amos del mundo.
En Colombia no paramos de gritar en silencio el desconcierto por la oscuridad que rodea la adquisición de las vacunas por parte del gobierno nacional y un llamado a concientizarnos de que los países que pagaron primero a los laboratorios son los que ya están vacunando a sus habitantes.
*Periodista
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Algunas luces se avizoran pero la profesia no ha cambiado, las circunstancias extrañas hacen que los humanos respondan a unos acontecimientos, pero los demás están latentes, están por verse, el clima de tensión se aclimata entre sórdidas disquisiciones, pero la verdad es que estamos en tiempos cuyunturales con vientos agitados y he ahí la cuestión de quienes salen a izar las velas, cuando este tiempo sopla sus momentos.