Por: Ruby Stella Morales Sierra/ Estamos cerca de cumplir un año navegando en la tormenta de la pandemia con su rayo letal para casi 2 millones de fatalidades humanas, ensañada en países como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Brasil, Suecia… Colombia, donde no hubiéramos imaginado que se sufrirían tan devastadores embates del contagio.
¿Qué tiene que ver los valores de la libertad y el libre albedrío con la pandemia? Creo que mucho.
Primero, los poderes políticos y económicos quedaron al desnudo como si hubieran enfrentado al asaltante enmascarado que les conmina a decidir si entrega la bolsa de la plata o elige perder la vida.
Y de esas decisiones políticas todos quedamos afectados como comunidad y de manera individual. Muchos planes de negocios, de familia y personales quedaron en suspenso. Y frenadas muchas decisiones pequeñas o trascendentales que creíamos impostergables y en la posibilidad del ejercicio sagrado y bíblico del libre albedrío.
Las comunidades y los individuos quedamos sometidas a las órdenes gubernamentales inminentes y a la exigencia y necesidad de actuar para el bien común.
Seguimos aprendiendo sobre la experiencia.
Caso Inglaterra, con su primer ministro Boris Johnson y la teoría cierta de la inmunidad de rebaño. Hoy, los súbditos de la Reina Isabel, viven su primer duro invierno y la han pasado muy mal con devastadores resultados de fatalidades y propagación del virus, pese a su cultura de obediencia, cumplimiento y orden y del robusto sistema de salud social que tienen. Llega preciso y coincide con aquello del Brexit y su distanciamiento de la Unión Europea.
Como vamos, el asaltante al final se está quedando con la bolsa y con la vida.
Aquel admirado experimento de libertad ciudadana y del comercio realizado en Suecia quedó como una fatal experiencia de las equivocaciones. Y allá sí originó renuncias vergonzantes y arrepentimientos dolorosos de sus gobernantes, acompañados de obligatorias medidas restrictivas y uso obligado del tapabocas.
Decisiones
El difícil inicio en la toma de decisiones de los gobiernos parece haberse ocultado en la negación y resistencia a la aceptación del problema que sobrevino con el virus. Pero ya se presagiaban los caminos duros que en destino común hemos estado transitando.
Países como Estados Unidos y el nuestro. tardaron en el cierre de las fronteras aéreas. Daba escalofríos durante los primeros meses de la pandemia ver los informes aeronáuticos con miles de vuelos internos por toda la geografía norteamericana, mientras otros países menos dominantes de mercados, ya habían suspendido movimiento de viajeros internos y desde el exterior. Casos como Cuba y Dinamarca.
La horda de ‘supremacistas’ que irrumpieron violentamente al Capitolio gringo el pasado 6 de enero, nos da una idea de lo caótico que debe ser gobernar a quienes se alejan del beneficio para todos y solo defienden sus privilegios. Producen terror.
Gobierno global
El cruce de informes de la OMS con los epidemiológicos de cada gobierno han venido signando los destinos colectivos. Los mandatarios han tomado decisiones políticas que a la postre han representado una posición adversa o la siempre esperada línea favorecedora para los gobernados.
Es claro que no existe un libreto para sortear las contingencias de una pandemia en nuestro mundo de la inmediatez y la globalización. Estamos al abrigo de las decisiones de los gobernantes, para bien o para mal. Y bajo la responsabilidad de los actos individuales de prevención y medidas sanitarias para evitar los contagios.
Adiós a la libertad
A todos nos cayó el rayo de la incertidumbre y pese a la gran docilidad de las mayorías, también se ha venido cayendo la ilusoria idea que el sistema nos ha vendido sobre la libertad.
Principio de libertad entendida como libertad de empresas, de pasamiento, libertad de endeudamiento, de viajes por todo el mundo y si puedo pagar turismo a la luna y otras aventuras espaciales, como expresión de libertad de consumo ilimitado.
Con la llegada de la vacuna contra el virus, los países se aprestan al reto de la eficiencia en el proceso de inmunización de los pobladores.
A nivel individual, estamos obligados a revisar con sensatez si caemos en las trampas de los terroríficos relatos conspirativos que pronosticarían daños genéticos, infertilidad en varones y con ello el inicio del exterminio de la humanidad a causa de la vacuna. Según ellos, sería peor el remedio que la enfermedad.
La otra alternativa es confiar en que la comunidad de miles de médicos y científicos del mundo han actuado con ética, con moralidad y compasión para preservar la vida y la salud de sus semejantes, como lo indica su juramento hipocrático y humano.
Ojo con los vigilantes de la UIS
Quizás las directivas, empleados, sindicato y egresados de la Universidad Industrial de Santander se conmuevan ante las penurias por las que estarían pasando los humildes y abnegados empleados de la vigilancia de la universidad.
Según se conoció, a los vigilantes que quedaron trabajando, luego del despido de gran parte de ellos, les estarían negando el pago completo de su salario y horas extras desde el mes de junio. Además se les habría descontado los meses del inicio de la pandemia, cuando fueron enviados a sus casas en calidad de disponibilidad total.
Y esto, pese a que la empresa intermediaria habría recibido un apoyo estatal del 40% del valor de la nómina del Programa de Apoyo al Empleo Formal (Paef), durante tres meses.
Si bien es cierto los vigilantes de la UIS son subcontratistas de la empresa Tecniseg de Colombia, prestan sus servicios a una institución pública de la que se espera dar ejemplo de buen trato y legalidad laboral. Más aún cuando se trata de los trabajadores más vulnerables.
Estamos seguros que de haberse cometido acoso laboral y vulneración de derechos de los vigilantes, el Ministerio de Trabajo y las autoridades competentes van a revisar detalladamente qué está pasando con los contratos de los vigilantes. Y reparar a los trabajadores de forma justa.
Al menos un trabajador que solicitó por escrito el pago de las horas extras adeudadas desde junio, se habría visto obligado a renunciar en los días de Navidad, ante el acoso de sus superiores y la incertidumbre del pago de la vigilancia obligada en dobles turnos de los días de Navidad y del 31 de diciembre pasados.
¡Qué injusticia!
*Comunicadora Social – Periodista
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(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).