Por: Graciliana Moreno Echavarría/ Quiero iniciar dando gracias al director de Corrillos por la generosa invitación a regresar como columnista y entrar a hacer parte de este grupo de aventureros de las letras, quienes nos disponemos periódicamente a manifestar nuestras opiniones y puntos de vista frente al acontecer en nuestra sociedad y hábitat territoriales.
Resulta casi obligado ante la finalización del año 2020, como tiempo particularmente complejo, signado por una pandemia que ha producido diversidad de efectos multiplicadores en sentido negativo y de aprendizajes, hablar eufemísticamente acerca de las bondades que tendría la dificultad como fuente y reto para la generación de oportunidades de reflexión y cambios en nuestras vidas, en las formas de pensar, valorar y relacionarnos con la naturaleza y el mundo.
Para ello me resulta absolutamente oportuno retomar a Estanislao Zuleta[1], quien desde hace treinta años nos indicó la importancia de valorar la dificultad no solo de forma estoica, es decir con fortaleza y dominio sobre sí mismo, especialmente ante las desgracias y dificultades, sino ante todo como una fuente de aprendizaje y creación, una vida que no sea resignación sino pasión y descubrimiento, una oportunidad que no nos aparte, sino que nos reconcilie con nosotros mismos.
Este hombre sintió que nada nos lleva tanto al pensamiento como el drama, y por ese camino Zuleta llegó a una alta valoración del esfuerzo como parte fundamental de la vida humana. Por ello criticaba la época que pretende liberarnos de la necesidad de pensar y nos anula con anzuelos de confort, con vicios maníacos y consumos compulsivos, para que no afrontemos el desafío de una existencia original y cambiante. Por eso insistió en que el deber de la inteligencia y del arte es recordarnos la verdadera vida que merecemos, los refinamientos a que todo ser humano tiene derecho y por los que puede y debe luchar.
La emergencia derivada del Covid-19 está provocando impactos diferenciados y específicos sobre la vida de hombres y mujeres, profundizando las desigualdades sociales y de género existentes, tanto al interior de los hogares como fuera de ellos, en los hospitales y centros sanitarios, en el trabajo y también en la política. Los hogares se han convertido en el espacio donde todo ocurre: el cuidado, la educación de los niños, niñas y adolescentes, la socialización, y el trabajo productivo.
Se ha incrementado la carga de trabajo relacionada con el cuidado y la atención a las personas, cuya respuesta debería ser colectiva. Sin embargo, la realidad es que esta no se distribuye equitativamente, sino que recae principalmente en las mujeres, y no está valorada ni social ni económicamente.
Fuera de los hogares, las mujeres también constituyen el mayor contingente que está asumiendo los cuidados, en el sector de la sanidad, en el trabajo doméstico remunerado y en centros especializados de cuidado de menores, adultos/as mayores y personas con discapacidad, situación que conlleva impactos diferenciados sobre la salud y la vida de las mujeres. Aunado a esto la pérdida de los empleos derivados de las crisis económicas que amenazan la supervivencia misma de muchos sectores sociales.
No obstante, parodiando a Zuleta, el pesimismo de nuestra época ante la pandemia, puede ser reemplazado por un enfoque de oportunidad para el desarrollo del pensamiento, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar nuestra visión sobre las cosas, nuevas valoraciones acerca de la fragilidad humana, a construir no un idilio sin sombras y sin peligros, sino una oportunidad para validar y realizar nuevas formas de relacionamiento social, familiar, económico y politico, donde se profundice la participación igualitaria de las mujeres en las decisiones, el trabajo mancomunado entre Estado y sociedad, donde se reconozca la diversidad y los enfoques diferenciales como elementos centrales de las políticas de mitigación y recuperación de la crisis.
*Trabajadora Social, Especialista en Administración Pública y Magíster en Gestión y Políticas Públicas.
Twitter: @graciliana61
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Correo: graciliana.moreno@gmail.com
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
[1] Estanislao Zuleta es uno de los precursores del pensamiento moderno en Colombia. La fuerza de su obra está en que se atrevió a pensar de manera original. El elogio de la dificultad corresponde al discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad del Valle, Cali, 21 de noviembre de 1980.