Por: Roberto Aponte/ En mi anterior columna mostré la situación de varios cultivos autóctonos que debido a sus características se hacen menos frecuentes al punto de estar cerca de la desaparición. Pero qué pensarían si les digo que incluso cultivos que podrían considerarse comunes tienen sus propias problemáticas y que a su vez evidencian una situación que debe solucionarse, en este caso hablaré de la papa.
Cuando toqué el tema de los cultivos que estaban desapareciendo mencioné otros tubérculos como el cubio, el cual bajo ciertos procesos tecnificados pueden generar productos que aumentarían el consumo de este. En el caso de la papa, este hecho también es parte de su problema.
La papa es un cultivo que puede generar más de doscientos mil empleos directos e indirectos. A su vez es un sistema productivo asociado con los sectores más humildes, lo que hace que sea una actividad económica que contribuye a disminuir la pobreza en el país.
A pesar de su amplia producción muchos campesinos que venden papa, les cuesta vender aquel tubérculo, una causa se debe al hecho de que el país importa papa desde Europa, lo que afecta a los productores locales, pero las consecuencias de estas prácticas comerciales venían desde antes.
Las importaciones de trigo, cebada, avena y maíz también han disminuido los cultivos de estos alimentos en este país, alimentos que han sido fundamentales en el consumo humano desde hace tiempo, si bien no son propiamente autóctonos, labrarlos contribuye a la soberanía alimentaria y genera una cadena más directa de producción, de la cual se beneficiarían directamente negocios como panaderías y restaurantes entre otros.
Para poder expandir el comercio de los campesinos, se requiere de optimas vías rurales para transportar los productos desde zonas apartadas y también adecuadas cadenas de distribución que beneficien a los productores. También se requiere de cierto orden para saber en qué momento generar las cosechas. El problema con tanta oferta no es solo que la papa baja mucho de precio, sino que también los insumos para producirla son mucho más caros debido a sus precios en el mercado internacional.
Esta situación evidencia una falta de compromiso con las personas que cumplen la labor de alimentarnos, reduciendo sus posibilidades de resaltar, no se aprovechan los terrenos que se tienen, todo este asunto muestra una política ciega a los intereses del país y que menosprecia el potencial de este territorio. Un tratado de libre comercio desventajoso y desleal con los habitantes de Colombia, trae consecuencias sociales y afecta la soberanía alimenticia.
Cabe añadir que tantas importaciones genera un costo ambiental debido a la generación de dióxido de carbono procedente del transporte de estas. Hay muchos impactos ambientales asociados con malas prácticas agropecuarias, como contaminación con pesticidas, erosión, desgaste de los suelos debido a los monocultivos, deforestación; pero todo esto puede solucionarse con la difusión de conocimiento en buenas practicas agropecuarias, sembrar la papa, con cubio para protegerla de las plagas y con leguminosas para mantener el nitrógeno en los suelos, proveer de técnicas sustentables que permita optimizar los cultivos de forma sostenible.
La forma de poder competir en un tratado de libre comercio es tener productos de calidad que cumplan las expectativas del mercado para poder sobreponerse ante la riqueza de otros países, y aquí queda claro que hace mucha falta invertir en el campo colombiano, en innovaciones y tecnologías que permitan obtener materia prima de calidad e incluso fortalecer el sector industrial para vender aquellos alimentos procesados.
Esta tecnología se va a potenciar con algo que ya tenemos y es el alma y corazón que ponen nuestros campesinos sobre la tierra, aquella que labraron con tanto esfuerzo y que por lo tanto saben desde el conocimiento empírico, como obtener cosechas de calidad.
Una adecuada, gratificante y consciente relación con los alimentos, pensando en quienes los cultivan y la tierra que los producen, sumado a tener en cuenta sus problemáticas es algo que debe ser parte de nuestras vidas como consumidores y como ciudadanos.
*Ingeniero Ambiental y escritor
Twitter: @robustories