Por: Sergio Julián Santiesteban Herrera/ Es de fondo, porque detrás de todas y cada una de las acciones que está viviendo el mundo, en general tiene nombre propio. En anteriores columnas he venido manifestando de una y otra manera como debemos encaminarnos como ciudadanos, como personas de bien, con valores, con principios, que queremos un mejor futuro y por ende tenemos que pensar en el presente.
Siempre he dicho que “mi mundo cambia si yo cambio”. En ese orden de ideas, quiero enriquecer esta columna diciéndole a todos que ante la amenaza latente que persiste día a día, en apropiarse desde nuestra libertad que hemos perdido, a raíz de una pandemia que todos sabemos que hace parte de un modelo político, social, económico, religioso y cultural que hemos visto que en los países que lo han puesto en funcionamiento, no les ha brindado los mejores resultados a la sociedad, tales como Cuba, el vecino país dónde han establecido un régimen comunista.
Sabemos que todo esto obedece al nuevo orden mundial. Las familias plutocráticas son las que se han venido dando a la tarea de patrocinar el vandalismo, en patrocinar esta ideología queriéndose apropiar de nuestra libertad, de nuestro pensamiento, desde las mismas escuelas colegios y universidades…
Días atrás vimos cómo se ha manifestado el pueblo colombiano ante la noticia que determina la Corte Suprema de Justicia de poner preso un dirigente político, un defensor de la democracia colombiana. Pero eso no es más que pretender intimidar, callar nuestra libertad de expresar y defender nuestra patria ante el flagelo del comunismo.
Si el comunismo fuese tan bueno, Cuba no estaría en ruinas, sus habitantes no se lanzarían al mar con el fin de gozar de su libertad y dejar su propia vida a la deriva… Nuestros hermanos venezolanos no abandonarían sus casas y su patria y se irían a otros países a dormir en las calles, a pasar necesidades. Si fuese tan bueno el comunismo, por qué acabaron las empresas, el motor de la economía, donde se genera el sustento de nuestras familias, el progreso de una nación.
¿Qué tal si nos preguntamos?
1- ¿Dónde está el sentido común para diferenciar lo que es bueno y lo que es malo?
2- ¿Dónde está el amor propio, para decidir qué es lo que queremos o anhelamos para sí mismos?
3- ¿Dónde está el amor por la familia? Iniciemos con el dialogo, la solidaridad, el apoyo, brindar bienestar…
4- ¿Dónde está el amor a nuestra tierra, el lugar donde nacimos?
5- ¿Dónde quedó el amor por nuestra patria, para sentirnos orgullosos de ser colombianos?
Pensemos: ¿Será que nuestros padres, abuelos y ancestros nos brindaron lo que hoy tenemos como ciudades y con ello empresas, el progreso que tenemos y todo lo vamos a echar en la borda, solamente porque vamos a permitir que sigan reinando quienes tanto daño le ha hecho a nuestra sociedad?
¡Debemos perdonar, más no premiar! Porque el mal nunca debe estar sobre el bien. Vuelvo y digo, el problema no es de forma, el problema es de fondo, la libertad ya la hemos venido perdiendo porque le tenemos miedo a la muerte y ante un virus letal hemos permanecido en nuestras viviendas, muchos recurriendo a vender las cosas, se han venido descapitalizando, otros esperando una mano amiga de ayuda, esperando solidaridad del gobierno, de los amigos, haciendo préstamos, etc. Ante el instinto y propósito de salir adelante, porque somos gente pujante, laboriosa, emprendedora, creativa y hemos vivido “rebuscándonos la vida».
¿Como debemos ganar la batalla?
Para ganar la batalla debemos actuar inteligentemente, haciendo uso de los protocolos de bioseguridad, usar mascarillas que son realmente una barrera ante el Covid-19 y que sí cumplan con la filtración y manteniendo la distancia social para evitar contagiarnos.
De tal manera, debemos pensar que la única forma de salir adelante es unidos, como una sola familia colombiana, hemos visto que la economía del país ha bajado enormemente debido a los cierres de muchas empresas, en especial la del sector turismo, como estaderos, bares, discotecas restaurantes, hoteles, escenarios de entretenimiento y diversión.
Pero vemos que, gracias al emprendimiento y la creatividad -esfuerzo que todos y cada uno de los colombianos hemos venido haciendo reinventándonos- hemos logrado subsistir. Por ejemplo, hoy vemos que de 2.000 fábricas se pasó a 60.000 de insumos de bioseguridad, reinventándose ante este flagelo, es decir, nos hemos convertido -o estamos a punto de ser autosuficientes ante una necesidad- no solamente en la fabricación de insumos de protección, también vemos nuevos emprendimientos, como se dice “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”.
De tal manera, tenemos que encontrar el lado bueno y no siempre el lado oscuro de las cosas, hay que encontrar la luz en el túnel y para ello tenemos que atraer pensamientos positivos, unirnos con personas de buenos sentimientos y valores, personas pujantes para poner en marcha nuevas alternativas como fuentes de ingresos para nuestro núcleo familiar.
Reinventarnos es la forma de salir adelante
Empezamos a emprender nuevas labores por medio de la creatividad, esta pandemia nos está haciendo más competentes, nos permite priorizar las cosas, ver que ese mundo fantasioso que llevábamos por decirlo así, con afanes, derrochando sin dar prioridades a cosas que realmente nos permiten construir un hogar, una familia en valores, en principios, en solidaridad, en amor, en respeto, en diálogo y es aquí donde nosotros debemos entender que es la familia es la base de nuestra sociedad.
Si nos unimos podemos ser la despensa mundial de alimentos, por qué no vemos nuestra riqueza, estamos bajo este cielo hermoso, esta tierra que nos vio nacer, donde tenemos la oportunidad de articular nuestros saberes, experiencia, sabiduría y la compartimos, así crearemos nuestras propias microempresas, nuestra propia microindustria, nuestras propias microfábricas.
¿Por qué no pensar en el inicio de una gran empresa?
No podemos seguir pensando que el gobierno nos tiene que dar todo, no podemos seguir pensando que tenemos que rasgarnos las vestiduras como lo han hecho quienes dicen defender la clase obrera o trabajadora y después de obtener sus puestos por debajo de la mesa.
Otros se rasgan las vestiduras, defendiendo el medio ambiente y en la casa ni reciclan, o quienes gritan exigiendo derechos y no cumplen con sus deberes, haciendo vandalismo, pensando en destruir, acabar el bien público y el bien privado, cuando el bien público es de todos y el bien privado es de aquellos que han trabajado, luchado, batallado con el ánimo de salir adelante.
De eso es que tenemos que empoderarnos, de eso es que tenemos que sentirnos orgullosos, de ser pujantes, de ser laboriosos, de ser personas con carácter, con criterios, con valores… El día que desde nuestros hogares propiciemos los valores, la solidaridad, el amor, el respeto y los valores, podremos acabar con la corrupción, con el clientelismo, con el “cómo voy yo”, cuanto es lo mío, etc.
Todo trabajo dignifica al hombre
Con ello les quiero decir que en lugar de estar pensando en que ‘papá gobierno’ nos tiene que dar las cosas, tenemos que pensar es en construir patria y para nosotros construir patria no es necesario tocar fondo y tocar fondo sería perder definitivamente nuestra razón de vida, nuestra libertad.
Póngase a pensar que esto que estamos viviendo nos debe permitir la oportunidad, como un resorte, el gran impulso para corregir y emprender nuevas oportunidades ante está pandemia, que debemos y nos está haciendo más competentes, a priorizar las cosas, a ver que ese mundo fantasioso que llevábamos -por decirlo así- sin prioridades u objetivos, nos permiten construir un hogar, una familia en valores, en principios, en solidaridad, en respeto, en diálogo.
No podemos seguir pensando en que el gobierno nos debe dar todo, somos nosotros quienes construimos nuestro país y nuestros gobernantes son los principales empleados del pueblo, que deben velar por orientar las acciones que nosotros queremos en nuestra sociedad a nivel de salud, educación, vivienda, recreación, infraestructura, para permitir el desarrollo de nuestra sociedad.
Cuando nos apropiemos de nuestros valores, de nuestra de verdadera esencia, vamos a demostrar a nuestras familias, a nuestro país que si podemos mejorar el presente y cambiar el futuro.
«Somos más los buenos»
La tarea es de todos. Con sentido patriótico debemos generar los valores que padres, abuelos y ancestros nos enseñaron, somos los llamados a orientar a nuestra juventud que desconoce la lucha y el hacer patria, porque abrieron los ojos y ya lo tienen todo, exigen derechos y no se comprometen con sus deberes, ni como estudiantes ni como hijos; ante un sentido paternalista, que desde las aulas les han venido inculcando… O los educamos y orientamos en valores, con sentido común o perdemos el año.
Qué país le vamos a dejar a las futuras generaciones, si nosotros no damos ejemplo defendiéndolo, siendo permisivos con esta mal llamada justicia, llena de corruptos, hemos permitido delincuentes que bañaron el país en sangre, terror, genocidios, crímenes de lesa humanidad y pretender venir a dar ejemplo, a dar cátedras de valores, cuando ellos ni bien ejemplo han sido, deberían pagar por sus delitos y no avergonzar nuestra verdadera raza colombiana, de gente pujante, trabajadora con valores y principios.
¡Despierta pueblo colombiano!
*Mecánico de mantenimiento de plantas industriales y docente industrial.
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