Por: José Luis Arias Rey/ El gremio de abogados tiene un reto enorme en la actualidad con las modificaciones introducidas a la actividad judicial y la forma en que los togados interactúan con el aparato jurisdiccional del país.
En mi criterio la tan anhelada virtualidad judicial colombiana, de la cual se viene hablando desde principios de este milenio, específicamente desde el año 2000 y frente a la cual tenemos una mora en su implementación de ya casi 20 años, hoy nos toma por sorpresa al enfrentar una pandemia que nadie tenía en sus cuentas y que llegó para cambiar de manea irreversible nuestra vida de ahora en adelante.
Es necesario cambiar el chip de la presencialidad para quedar inmersos en una etapa de transición necesaria a la virtualidad total, que por obvias razones tardará en consolidarse, pero que hoy evidencia cambios sustanciales en las formas en que nuestro gremio habrá de interactuar, con los clientes, con los órganos de control y como es obvio con la jurisdicción misma.
Esas épocas de abogados sudorosos llegando al palacio de justicia llenos de documentos en un maletín en procura de radicar sus procesos o corriendo a pasos apresurados para llegar a una audiencia, hoy será remplazada por nuevas habilidades que demanda la modernidad, habilidades que exigen de aprendizajes apresurados en las lides del internet, softwares modernos y computadores, que serán los instrumentos que hoy van a ser los nuevos modos de interactuar y ejercer la profesión.
Esta nueva forma de llevar a cabo nuestra actividad, nos aleja del contacto directo con nuestros representados y con la jurisdicción misma, demandará de adquisición de equipos de cómputo, softwares computacionales y espacios virtuales en nubes, que almacenaran la información que en otrora reposaba en nuestros archivadores y que hoy no tendrá una existencia material sino digital.
Pero el verdadero reto que debemos enfrentar en la pos-pandemia, será el desarrollar las habilidades necesarias para hacer litigio digital, para interactuar de formas hasta ahora desconocidas y que demandan de capacidades adaptivas casi que inmediatas, esto a fin de no quedar relegados, situación que conllevaría a nuestra desaparición del mercado jurídico, con las consecuencias que esto implica para la economía empresarial y doméstica, que dependen de la posibilidad de poder continuar prestando los servicios que hasta la fecha hemos ofertado a la nación colombiana.
Sin embargo, se hace menester que las distintas entidades ante quienes adelantamos nuestro trabajo, uniformicen los protocolos y procedimientos, a fin de lograr una interacción más eficiente, que permita imprimir celeridad a los procesos y satisfacer de mejor manera los intereses de las personas que recurren a la administración de justicia, cada despacho no puede ser una isla aparte y se requiere de la acción conjunta de todos los actores del sistema.
*Abogado y Magister en Derecho Público
Twitter: @asjuram