Por: Laura María Jaimes Muñoz/ Es muy común encontrar “lobos vestidos de ovejas” en esta sociedad donde el que tiene éxito es el que tiene un plan, aunque ese plan sea quien defina su ruta a seguir sin importar a quienes tiene que “pisar” para poder sobresalir, pues lo importante es permanecer y lograr el objetivo, lo que quiere decir que hay personas que no les importa si tienen que pasar por “encina de los demás para alcanzar sus logros”.
Es como en la telenovela cuando la “mala” siempre gana, pero no es cierto, por lo general estas personas tejen una red de mentiras, engaños y miles de patrañas para “envolver a su presa” de tal manera que pueda dominar su entorno, lo que si bien es cierto es que esas redes por lo general no son tan fuertes y el tiempo siempre las termina rompiendo.
Aquí es donde podemos hablar de los pasivos- agresivos, donde con su patrón de comportamiento aprendido reaccionan a los diferentes problemas y está muy relacionado con lo que se ha aprendido de niños y durante toda la vida, son comportamientos gravados los cuales salen espontáneamente ante las situaciones.
Este patrón no utiliza la violencia física sino la verbal con ironías, sarcasmos, indirectas –aunque en muchas ocasiones son muy directas- burlas, ofensas y hace que otra persona pueda llegar a sentirse resentida y sin méritos, sin confianza en sí misma, no trabajan en equipo, por lo que hacen daño a los demás.
Su voz es baja, habla poco fluido, con bloqueos, vacilaciones, silencios, muletillas, su mirada es baja, su cara tensa, dientes apretados, sudor, manos nerviosas, postura irritable, suelen morderse las uñas, inseguros, se quejan con otros y culpabilizan a otros siempre de sus errores ¡nunca tienen la culpa de nada!
En su pensamiento viven con la idea del sacrificio, no hablan para no mortificar a los demás, lo fundamental es “ser querido y apreciado” por lo que se sobre adapta a los demás para quedar bien, para que “lo quieran” pero siempre tienen la sensación de ser incomprendidos, desatendidos, perseguidos, no tenidos en cuenta y atropellados.
Y sus sentimientos son de impotencia, culpabilidad, con muy baja estima, son deshonestos emocionalmente lo que quiere decir que siempre demuestran lo contrario de lo que se sienten como dicen “la procesión va por dentro” son personas que sufren, permanecen solas, mantienen ansiedad, frustración y hostilidad con casi todo y todos. Ahora bien, esto es real, es basado en P. Jakubowski y A. lange, 1978 Champaign, IL Research Press. Copyright 1978.
Y sus efectos son como por ejemplo la depresión, el desamparo, la soledad, se siente enfadados, aumentan los conflictos interpersonales, y sus “risas” son falsas y pueden llegar a hacer mucho daño, sin ningún tipo de remordimientos, quedan como si nada estuviera pasando.
Lo que es muy común en estos momentos evidenciar en diferentes medios como personas en situaciones difíciles como es este tiempo de crisis nacional donde es necesario tener líderes o funcionarios públicos con un patrón de comportamiento asertivo que logre la solidaridad, la ayuda al otro, un liderazgo basado generar oportunidades, en la solución de problemas de manera efectiva y el bien común.
Por eso es que hoy muchos de estos “lobos vestidos de ovejas” están siendo investigados, señalados, condenados, o, pero en una cárcel, invirtiendo parte de ese recurso que lograron adquirir en sus momentos de “gloria”.
Por lo tanto, en esta sociedad con este tipo de personas debemos actuar con inteligencia emocional para no ser vencidos por los “malos” que se aprovechan del poder momentáneo y de los recursos públicos…
Y mientras los que resistimos a ese tipo de agresiones valoramos cada momento de la vida con nuestros seres queridos y decimos dar gracias por cada oportunidad, decidimos generar resiliencia para resistir y superar los obstáculos de la vida y con la ayuda de Dios salir adelante.
*Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica y de la Salud.
Facebook: Laura María Jaimes Muñoz
Twitter: @LauraJaimesM