Por: Magda Milena Amado Gaona/ Hoy la sociedad está reconfigurando valores, un nuevo modelo mental con primacía de la familia como núcleo esencial. Modelo referido a reivindicar la cultura del ser frente a la cultura del tener. Existía una errada forma de vivir la modernidad, generada por archivar las buenas costumbres y por ignorar reiteradamente principios y valores.
Nuestro concepto equivocado de felicidad basada en lo material, se transforma hoy. Simplificando nuestra vida con el cambio de hábitos dirigidos a la satisfacción personal dentro del marco del amor a un Dios, a la familia, a la naturaleza, priorizando valores como la solidaridad y el respeto al devenir social.
Las familias colombianas estamos aprendiendo a vivir aisladamente, con ausencia de actividad social que signifique compartir físicamente espacios, aprendiendo a dejar una sociedad de consumo. Asimilando el vivir con teletrabajo, con menos ingresos, o con subsidios, con rigor del gasto, con escases, desempleo, menos productividad empresarial y viviendo más en casa.
Y al finalizar la cuarentena limitando salidas voluntariamente, siendo más sencillos, ahorradores y hogareños disfrutando un estilo de vida extraño a nuestras costumbres.
Esta metamorfosis de la sociedad paralelamente forja la reacción del Estado y sus políticas públicas. El impacto económico y social del Covid-19, es marcado por una disminución de la rotación del dinero, necesario para suplir necesidades no solo básicas de los hogares, sino toda clase de gastos relacionados con la vida social y la productividad del país.
Ingresamos sin retroceso a una nueva recesión económica superior a la sucedida hace una década. Se generan bajas expectativas en consumidores por cambio de hábitos causando una baja demanda, y en general el individuo hoy no está en capacidad de atender efectivamente todas sus necesidades requiriendo la asistencia del Estado.
La reacción del Estado es intervenir para regular la economía y el desarrollo de los derechos del individuo en sociedad. Siendo este intervencionismo la mejor opción para superar esta crisis económica y social efecto del Covid-19.
Toman vigencia postulados económicos de Keynes y la procura existencial de Forsthoff, referidos a la intervención del estado, aumento del gasto público con un alto grado de asistencialismo, análogo a un buen padre de familia.
Se denota entonces un cambio de un Estado social de derecho a una especie de Estado de bienestar donde la intervención equivale a un proteccionismo dirigido a crear prosperidad económica que impida aumentar pobreza y desigualdad social. El Estado en desarrollo de su intervencionismo establece una política pública económica significativa para el presente y futuro.
Se busca en primer lugar a corto y mediano plazo asistencia social con aumento del gasto público, a mediano y largo plazo ampliar la demanda agregada y así elevar la producción, la inversión y el empleo. Igualmente se modifica la política monetaria bajando intereses y dando liquidez.
Esta nueva dinámica de política pública debe ser replicada en los gobiernos locales dentro de sus competencias. Los planes de desarrollo para los mandatarios en estos meses exigen ser redireccionados en inversiones para la lucha contra el Covid-19, para la protección de la empresa, generación de empleo y coadyuvar la satisfacción de las necesidades básicas de las clases menos favorecidas con el aumento de auxilios o subsidios.
El verdadero camino de la recuperación en esta crisis, conlleva revisar la asignación de recursos a los proyectos de toda entidad territorial con un original eje transversal llamado efecto Covid-19 y ser redirigidos en los próximos años para lograr la sostenibilidad social, ambiental y económica del país.
La pandemia instaura nuevos lineamientos de gestión pública eficaz y eficiente para la ejecución del gasto que constituyen un decálogo de nuevos deberes para servidores públicos.
Incumbe ser vigilados oportunamente por organismos de control para garantizar su cumplimiento e impedir el desvió de recursos, y cualquier vicio de corrupción. Reiteramos, para afrontar la crisis y efectos del Covid-19 se exige un aumento del gasto público y redireccionarlo en gastos idóneos, no gastos innecesarios, inoportunos y menos aumento de burocracia.
Bajo esta premisa hoy deben actuar los organismos de control, en especial las contralorías, revisando eficiencia y eficacia en ingresos y gastos del nuevo Estado social mutado a Estado de Bienestar. Austeridad del gasto público en programas y proyectos diferentes a superar la crisis por el Covid-19 es una obligación inmediata.
Los gobernantes deben ahorrar recursos en proyectos que pueden diferir o eliminar y enfocar la gestión a las necesidades prioritarias, como lo ha reiterado la agencia nacional de contratación, no cumplir este lineamiento es gestión antieconómica y dañina, objeto de censura fiscal, penal y disciplinaria.
Equivocados los mandatarios que en plena crisis comprometen recursos en gastos postergables o innecesarios. Verbi gracia contratos de publicidad en Bogotá, ampliación de burocracia con nomina paralela en Bucaramanga, edición de un libro en Cúcuta, consultoría de gestión en Caldas, plan de medios y vigilancia epidemiológica en Antioquia, campaña de comunicación en el Tolima, contrato de gestión internacional en Neiva o embellecimiento de un parque en Boyacá, entre otros.
Conclusión, vamos a tener un papá Estado asistencialista durante y después del covid-19. Un Estado con prioridades dirigidas a detener su propagación, un Estado encausado al apoyo de las familias en general sin ingresos, a coadyuvar la sostenibilidad empresarial y generar empresa y empleo. Un Estado proyectado a reactivar y preservar la estabilidad social, económica y ambiental de nuestro país y obtener el resurgimiento de la sociedad con impacto positivo en cada individuo.
Ese impacto positivo requiere asimismo el aporte de cada individuo en la Sociedad. La filósofa Adela Cortina expresa: “Tenemos que sacar todos nuestros arrestos éticos y morales y enfrentarnos al futuro con gallardía, porque si no mucha gente va a quedar sufriendo por el camino, y a eso no hay derecho. Busquemos lo que nos une, que es mucho, porque creo que todos nosotros valoramos la libertad, la igualdad, la solidaridad, el diálogo y la construcción del futuro”.
Esto significa que todo no es papá Estado. Nosotros debemos ser proactivos, aprender de la crisis, fortalecer el núcleo familiar, la fe, los valores, la ciudadanía; ser excelentes individuos, unidos, positivos y solidarios. Con responsabilidad, resiliencia y prospectiva ciudadana lograremos una visión en común para construir nuestro futuro permeado de felicidad: Una mejor sociedad.
*Abogada y Mágister en Gobierno.
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