Por: Leonardo Granados/ Cada vez que llega el recibo de la luz a un hogar barranqueño, o a una empresa o a un local comercial, la expresión que salta espontáneamente en uno como usuario, es “¡que robo el que nos hacen! pero si no lo pago, me cortan el servicio”. Y así llevamos 20 años desde que se impuso el negocio más redondo que ha enriquecido a unas familias en Barrancabermeja y ha puesto alcaldes para mantener la opresión y la gallinita de los huevos de oro.
En esta columna quiero que ustedes conozcan la verdad oculta y como se ha mantenido este robo tan grande, que desde ya afirmo, debe acabarse.
Empecemos por entender el concepto de alumbrado público. El artículo 1° de la Resolución CREG 043 de 1995 definió al alumbrado público como “(…) la iluminación de las vías públicas, parques públicos, y demás espacios de libre circulación que no se encuentren a cargo de ninguna persona natural o jurídica de derecho privado o público, diferente del municipio, con el objeto de proporcionar la visibilidad adecuada para el normal desarrollo de las actividades tanto vehiculares como peatonales. También se incluirán los sistemas de semaforización y relojes electrónicos instalados por el Municipio. Por vías públicas se entienden los senderos peatonales y públicos, calles y avenidas de tránsito vehicular.”
Según el artículo 2° de la Resolución ibídem, es responsabilidad de los Municipios la prestación de este servicio en el territorio de su jurisdicción, sin importar si es rural o urbano, ya sea directamente, porque el ente territorial posee la infraestructura necesaria, o por medio de un contrato con una empresa distribuidora o comercializadora de energía, previa autorización del Concejo, el cual, por disposición del artículo 338 de la Constitución Política puede autorizar al Alcalde para que establezca las respectivas tarifas, en cuyo caso, la empresa será la responsable de la adecuada prestación del servicio de alumbrado público según como se establezca en el respectivo convenio o contrato.
Es así que bajo la Administración del entonces alcalde Elkin David Bueno Altahona, se creó este negocio de amigos, y se firmó el contrato de concesión 0424 del 5 de mayo de 1999, cuyo objeto es “Concesión del servicio de alumbrado público del Municipio de Barrancabermeja” entre el Municipio y el Consorcio Iluminación Yariguies, por la media bobadita de 20 años y cuyo valor que, aunque el contrato dice que es indeterminado, en el figuran pagos iniciales a cargo del municipio por más de $5 mil millones, es decir, el contrato llevaba una gran bendición para sus amigos más cercanos, de quien en los pasillos se rumora es el señor Héctor Valencia y un testaferro que está por descifrarse.
Estaba muy claro, el objetivo del exalcalde y sus amigos, era enriquecerse a costillas de los usuarios con un cobro de alumbrado público colosal del 10% respecto del consumo de energía en cada hogar, en Barrancabermeja donde tenemos temperaturas de 34 a 42 grados centígrados, evidentemente el consumo es muy alto, mismo que se refleja para el impuesto de alumbrado público, como lo detallaré más adelante.
Durante los primeros 14 años, el consorcio Iluminación Yariguies, amplió la cobertura del alumbrado, sin embargo, la modernización se empezó a ver realmente hasta el año 2014 con el cambio de las luminarias a la tecnología LED, aunque en el contrato figuraba que “en los próximos 12 meses a la firma del acta de inicio”, incumplimiento que se presume legítimo, según el interventor.
Lo cierto es que este negocio sacó de pobre a una casta política que ha financiado campañas políticas a la alcaldía para mantener el negocio. Es así que el exalcalde Elkin Bueno, en su tercer periodo, a solicitud de sus amigos de Iluminación Yariguies, prorrogó la concesión hasta el año 2030, mediante Acuerdo 018 de 2014, el 31 de diciembre mientras los usuarios estaban en fiesta de fin de año. Bueno con el Concejo en cabeza de Oscar Llorente, Luis Manuel Toro y Darinel Villamizar (Aunque este último no firma el acuerdo) quienes conformaban la mesa directiva, se aprobó esta prórroga para mantener dicho negocio.
Sin embargo, los concejales desconocieron una obligación temporal contenida en el contrato, respecto de la prórroga, donde dice taxativamente que, “el concesionario podrá solicitar la renovación del contrato hasta por 20 años, con una anticipación no mayor de 36 meses ni menor que 12 meses con respecto del vencimiento del plazo del contrato”.
Esto quiere decir que el vencimiento del plazo era el 5 de mayo de 2019, y la solicitud podría hacerla en el año 2016, pero era el negocio del exalcalde, y querían asegurarlo a la brava así se violara la ley, esto denota el interés indebido del burgo maestre de la época.
Reafirmo le expresado en mi columna anterior (Los altos costos de la energía en Barrancabermeja) que definitivamente el golpe más fuerte de pago mensual en el recibo de la luz, es la desbordada y desfavorable tarifa de alumbrado público, del 10 y 8% del valor del consumo mensual de energía, un robo absoluto a las familias de todos los estratos.
Los consumos de los usuarios residenciales oscilan entre 120 a 700 mil pesos mensuales y en los comerciales son más escandalosas las tarifas. Por ejemplo, el Hotel Bachué pagó el mes anterior $17 millones de luz, de los cuales un $1.600.000 era de alumbrado público y solo tiene tres luminarias de alumbrado público, donde cada lámpara, que es de bajo costo, no consume más de $3.000 mensuales.
La Clínica Magdalena paga más de $8 millones mensuales de energía y tiene que pagar más de $700.000 de alumbrado público por dos luminarias.
Con estos dos pequeños ejemplos quiero que evidenciemos el robo tan grande que le hacen a los usuarios y por qué el exalcalde corrió anticipadamente 5 años antes de terminar la concesión a prorrogarlo por 15 años más, para mantener la gallina de los huevos de oro, para financiar sus campañas políticas y seguir oprimiendo al pueblo barranqueño. Esto se salió de las manos y tiene que cambiar por la siguiente situación.
Debo significar que las luminarias LED para iluminación pública son ideales porque usan menos energía y con uniformidad mejorada. También tienen una vida significativamente más larga y ofrecen un mejor mantenimiento de luz, eficiencia energética, durabilidad, calidad de color, distribución de luz, gestión térmica y bajos costos.
Pero aunque son de bajo costo, no baja el valor del alumbrado público y si aumentan las ganancias de los dueños que desde 2014 empezó la modernización y una luminaria LED consume un promedio 44 W por 12 horas, lo que significa un ahorro del 80%. Esto quiere decir que una lámpara LED no alcanza a consumir 3 mil pesos mensuales. Qué negocio rentable, desde 2014 los costos de consumo de energía se redujeron un 80% y nos siguen cobrando el 8 y 10% sobre nuestro consumo el cual no baja, por el contrario, sube cada mes.
Analicemos el siguiente dato: Una luminaria LED alumbra ocho viviendas en promedio, cuatro del lado derecho y cuatro del lado izquierdo y cada vivienda paga entre 150 mil y 300 mil pesos de estratos bajos y por una luminaria recaudan más de $130.000. En la ciudad son más de 68 mil hogares, multiplique ¡qué negocio redondo! El mismo que les ha permitido financiar campañas para cámara y senado como la de su cuñado Ciro Fernández. Evidentemente nunca veremos esto reflejado en cuentas claras del CNE.
Por lo anteriormente expuesto es que se hace imperioso acabar con este negocio cerrado que tiene como único beneficiario el recaudo a Iluminación Yariguies, pues en el contrato de concesión, al Municipio no le corresponden utilidades y que les servirían para inversión social y no para seguir enriquecer a tres familias de la ciudad.
Por eso no estoy de acuerdo con la propuesta expresada por el médico Pedro Flórez frente a la pandemia, que incluye destinar 14 mil pesos por usuario de recursos públicos para pagarle a Iluminación Yariguies, pues lo que se busca realmente, es beneficiar a sus amigos que durante estos 20 años ha sido un cómplice de esto robo al pueblo barranqueño con su silencio. Inaceptable y poco solidario. Le creo el día que diga que debemos acabar con Iluminación Yariguies y transformarla en una entidad pública que genere utilidades al municipio para inversión social.
En estos tiempos de pandemia, me gustaría escuchar del consorcio Iluminación Yariguies que solo le cobrará el 50% del valor de alumbrado público a los usuarios como gesto de solidaridad en estos tiempos de crisis, pero solo dijeron que apoyarán con 500 mercados, una ayuda que se valora, pero es irrisoria frente al recaudo multimillonario que realizan mensualmente y del cual se han nutrido durante 21 años.
Finalmente, es hora de exigirle al Alcalde Alfonso Eljach que tiene el compromiso de cambiar el chip y de acabar con este negocio que empobrece a los ciudadanos, debemos establecer una tarifa justa que se ajuste al consumo real del alumbrado público y el mantenimiento de las redes, volviendo a Iluminación Yariguies una empresa pública que permita que los ingresos sean para inversión de nuestra ciudad y no seguir cultivando caciques politiqueros.
Por eso insisto, se hace más que preciso diferenciar la ‘verdad del poder’ del ‘poder de la verdad’, para que un pueblo conocedor tiene que ser un pueblo vencedor, esta crisis del Covid-19, ha mostrado la Colombia y la Barrancabermeja real, 90% pobres y cada vez más miseria con cargas tributarias altísimas como el alumbrado público.
Los invito a estar pendiente de la parte 2.
*Abogado
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