Por: Fredy Horacio Chinchilla Reyes/ Como bien anotábamos, la Constitución de 1991 en su artículo 260 abre un valioso espacio de participación política al ciudadano de a pie, al de la base, al constituyente primario y en principio es realmente extraordinario pues le da la posibilidad que desde estos espacios se promueva el desarrollo de los diferentes sectores de la ciudad.
Este espacio político representado en las Juntas Administradoras Locales y que como corporación pública da asiento a los ediles y que son estos los que representas un sector de la comunidad de Bucaramanga y que para el caso de nuestro municipio se eligen siete (7), que además se espera de estos elegidos desarrollar una exitosa gestión y llevar a sus comunidades proyectos de desarrollo y que esto redunde en el bienestar de esas comunidades habidas de seguridad, salud, educación, infraestructura etc.
Acorde a las expectativas de los ciudadanos que confiaron en estos líderes sociales y políticos, pues son líderes con representatividad política tal como concejales, diputados o congresistas, pero estos en su respectiva jurisdicción.
Habiendo sido elegidos el pasado 27 de octubre, los ediles en sus respectivas Juntas Administradoras Locales y cada cuatro años en las elecciones regionales siempre se espera un balance decoroso al final del cuatrenio para el cual son elegidos, pero la ignorancia en diversos aspectos propios de su quehacer los lleva a pasar sin pena ni gloria y solo, como lo manifestaba en la columna anterior, a mostrar su credencial y elección como trofeo para enaltecer el orgullo propio y de ahí nada más pasará, eso sí, es claro que no todos caen en ese letargo político, social y de gestión.
Otro aspecto que ha venido debilitando de forma contundente a las Juntas Administradoras Locales es la poca capacidad de presión política para alcanzar metas, pues el escaso trabajo como equipo y entre los aspectos a destacar son las rivalidades políticas e incluso las diferencias personales que no logran ser superadas y así enfocarse en lo realmente fundamental que es responder a las expectativas para lo cual fueron elegidos y pasados cuatro años no se logra generar procesos de desarrollo e inversión pública en bienestar para la comunidad.
Un ejemplo claro de esto fue como en el Gobierno del Ingeniero Rodolfo Hernández Suárez, periodo 2016-2019 fueron arrinconados desde lo político y ni que decir desde la óptica de los resultados hacia sus comunidades y siendo una expresión democrática y política, las JAL con capacidad de quitar y poner alcalde, pero desafortunadamente ese poder se diluye entre banalidades y temores infundados desde lo político.
Uno de los grandes errores de las JAL sin demeritar o desconocer la capacidad o derecho de asociación como corporaciones públicas es haber otorgado estas 20 Juntas Administradoras Locales poder a unos entes privados que pasaron a ser quienes los representen, desconociendo que estas corporaciones por sí mismas tienen representatividad y poder político, lo mismo que capacidad de influir en las decisiones que los afecten positiva o negativamente en su desarrollo como comunidad.
Estas asociaciones de ediles han intentado realizar procesos que beneficien a las JAL pero infructuosamente por los apetitos personales y políticos de quienes llegan a la cúpula de estas organizaciones tales intenciones terminan en escasos resultados y por tanto comunidades defraudadas.
Ceder el poder político de parte de las JAL a estos entes privados también trae como consecuencia pérdida de legitimidad, credibilidad, representatividad y especialmente el respeto de las autoridades política de mayor jerarquía, esto de por sí ya se convierte en un gran obstáculo pues la institucionalidad debe actuar con la mayor responsabilidad y ante entes y para el caso de las JAL de Bucaramanga eso no representa en muchos casos prenda de garantía de los procesos e inversiones a realizar en los sectores de la ciudad en las que se compone políticamente Bucaramanga.
Si no se reinventan las Juntas Administradoras Locales no lograrán ser lo que realmente deberían ser y para lo que fueron creadas, asumir por cuenta propia el papel que les corresponde y no entregarlo ingenuamente a entres privados.
Los concejales de Colombia están agremiados en una organización sin ánimo de lucro tal como los hacen los ediles en Colombia, pero los concejales del país siguen siendo dueños y señores del poder que les fue conferido y no han caído en el error de las JAL y tienen claro que el poder es de ellos y que le fue otorgado por los ciudadanos y eso es algo que no se puede olvidar.
La reflexión final de esto es a recomponer el camino de las Juntas Administradoras Locales y entender que deben asumir como tal el poder que les fue otorgado, respondiendo con resultados a la comunidad y que esto no da espera, que ese espacio político no es un trofeo personal para exhibir como reina de belleza, es para trabajar y llevar bienestar a las comunidades, que no es un juego por ser el más popular del barrio o de la comunidad que representa, o peor aún, estar solo enfocado en sus aspectos puramente personales o politiqueros como se y he podido saber de voz de algunos de estos miembros elegidos.
Triste realidad que si o si debe cambiar o no tendrán razón de ser estos valiosísimos espacios políticos y de poder.
Twitter: @fredy_asesor