Por: José Luis Arias Rey/ La andanada de críticas que ha recibido el señor presidente de la Republica Dr. Iván Duque Márquez, ha sido inmisericorde e injusta.
Él, desde su llegada a la primera magistratura, ha sido claro en su postura en contra del gobierno ilegitimo de Nicolás Maduro, un gobierno que mantiene sumido en la más miserable pobreza a su pueblo y que apoya irrestrictamente los grupos al margen de la ley colombianos desde su territorio, quienes se mueven como peces en el agua en el vecino país, sin que este, se dé por enterado de su presencia y de las fechorías que llevan a cabo en nuestro país.
Desde el mismo momento que la Asamblea Nacional erigió a Juan Guaidó, como presidente interino de la República Bolivariana de Venezuela, el presidente Duque y su gobierno, lo reconoció como el presidente legítimo de esa República, sumida hoy en el atraso tecnológico, infraestructural y humanitario más grande de que tiene noticia la contemporaneidad latinoamericana.
La captura en territorio venezolano de Aida Merlano, no debe sorprender a propios y extraños, ese país se convirtió desde la llegada del chavismo al poder, en el refugio de cuanto forajido colombiano necesitaba resguardarse de las autoridades de nuestro país.
Narcotraficantes, guerrilleros, ladrones de cuello blanco, encontraron en el vecindario un burladero seguro para evitar el accionar de nuestras autoridades, la señora Merlano no fue la excepción y desde su cinematográfica fuga en la ciudad de Bogotá, se trasladó a territorio venezolano, quien sabe si con la complicidad de autoridades civiles y militares de ese país.
Conocida la noticia de su “captura” en ese territorio, el gobierno colombiano se ve obligado a solicitar su entrega para que responda por delitos por los cuales ya estaba condenada en nuestro país y aquellos que son objeto de investigación derivados de la fuga que protagonizó.
¿A quién debería solicitar dicha entrega el gobierno colombiano? Por simple sentido común, debería hacerlo al gobierno que reconoce como legítimo, aunque de antemano sabía que Guaidó no tenía el poder suficiente para hacer cumplir dicha solicitud, haberlo hecho al gobierno del dictador, hubiese conllevado al reconocimiento tácito de un gobierno que como ya se ha dicho es considerado como de facto por Colombia.
Pero la encrucijada a que se vio expuesto el presidente Duque, fue aún mayor, pues pedirlo a Guaidó como ya se dijo, implicaba un fracaso inminente de esa entrega, pedirla a Maduro, implicaba reconocer a ese gobierno y de haberlo hecho, el chavismo habría logrado su cometido, que era precisamente obtener el beneplácito de Duque y estoy seguro que jamás la entregaría a nuestro gobierno tampoco.
Aida Merlano, hoy día, es la joya de la corona de la dictadura, la van a usar para desdibujar y desprestigiar el gobierno de Duque, un gobierno que significa la mayor oposición política que tiene ese régimen en la región.
Como buena delincuente y muy acorde a sus prácticas, la señora Merlano, se va a prestar para decir y hacer todo aquello que el régimen le exija, esto a cambio de permanecer en su territorio, me atrevo a afirmar, sin temor a equivocarme, que en Venezuela no habrá condena alguna en contra de esta ciudadana, pues la dictadura la necesita prendiendo ventiladores ciertos y falaces, que debiliten la democracia colombiana y acerquen a nuestro país de manera cierta y segura, a un gobierno que se pliegue a sus intereses y deseos.
La conducta del presidente Duque corresponde a una postura coherente con los antecedentes que precedían a este hecho y es coherente, guste o no con la postura ideológica que inspira su gobierno, ya veremos qué pasa, pero haber obrado en contrario, hubiese producido efectos nacionales e internacionales que habrían hecho un daño irremediable a la democracia colombiana.
Twitter: @asjuram