Por: Juvenal Bolívar/ “En el desayuno se sabe cómo será el almuerzo”, reza el dicho popular. Y cae como anillo al dedo para todos los mandatarios recién posesionados, entre ellos el de Bucaramanga, del que se tienen grandes expectativas luego de cuatro años de decepción.
Juan Carlos Cárdenas deberá tomar una difícil decisión: “O con Dios o con el diablo”. O decide hacer un gobierno eficiente y acercarse a los actores políticos, económicos y sociales o sigue las instrucciones de su mentor Rodolfo Hernández, cultivando odio y polarización.
Pero también deberá llevar su discurso a la práctica. No puede seguir ‘vendiendo’ una imagen de hombre transparente, de luchador en contra de la corrupción y a la vez, respaldar actos de clientelismo de quienes dicen ser sus aliados.
Lo que sucedió esta semana con el nombramiento del Director de Tránsito de Bucaramanga (DTB), un joven inexperto, que poco o nada sabe de movilidad, que proviene del grupo político de un concejal y que es cuota del exalcalde Manolo Azuero; deja en claro que las cosas siguen igual o peor en materia de gobernabilidad.
Pero lo preocupante no es solo el hecho de entregar un cargo tan importante para una ciudad como Bucaramanga a un ‘chueco’ sin idoneidad. Lo realmente indignante es que los sectores políticos alternativos, los mismos que se han achacado ser los dueños de la transparencia y la moralidad, no hayan dicho ni “mu”.
Por el escándalo clientelista del Director de Tránsito generado por un concejal de la Alianza Verde, sus directivas no han expresado nada. Si hubiese sido un concejal de un partido tradicional, seguramente Claudia López, su esposa y demás dirigentes nacionales ya hubieran puesto el grito en el cielo.
Tampoco han salido a rechazar este tipo de comportamientos los grandes líderes de partidos como La Liga Anticorrupción, o los de ‘Alternativa Santandereana’ (unión del Polo y fuerzas de izquierda) ni mucho menos se le ha visto un ‘trino’ al hoy diputado Leonidas Gómez, el de ‘Dignidad Santandereana’.
Entonces empezamos a darnos cuenta que la corrupción en Santander es selectiva. Si ese tipo de actos los realizan los liberales, los godos o los radicales, seguramente saldrán los ‘impolutos’ a rechazar y exigir un cambio en la política.
Claro, pero como el pecado lo tienen dentro, se hacen ciegos, sordos y mudos. Una actitud ventajosa, hipócrita y cómplice. Entonces no son políticos alternativos, solo son oportunistas que juegan con las pasiones de la opinión pública. Solo son un poco más de lo mismo.
Lo que sucedió con Vitalogic, con el leonino contrato de semaforización que no quiso firmar el entonces Director de Tránsito y con el golpetazo al concejal John Claro; hechos que generaron vergüenza nacional, no fueron situaciones para que ‘verdes’ y ‘dignos’ decidieran lamentar y rechazar. Seguramente “hablar con la boca llena” no es de buena educación.
Aquí no ha pasado nada. Los alternativos se alistan para alzar en hombros a su sensei, el mismo que se hizo rico gracias al volteo de tierras, que compraba concejales a granel, que impuso el corretaje como política pública y que ahora pretende ser Presidente de Colombia, por ser el poseedor del vocabulario más grotesco.
Los ‘cristalinos’ tampoco dijeron “esta boca es mía” cuando se reveló la peligrosa vinculación de Cárdenas con los sobornos en Perú en favor de Cemex. De hecho, ayudaron a elegirlo.
Entonces, el clientelismo generado por un simple puesto en Dirección de Tránsito es intrascendente y no exige de la Alianza Verde, del Polo Democrático, de Dignidad Santandereana o de la Liga, la más mínima expresión de indignación. Entonces peores cosas vendrán.
Twitter: @JuvenalBolivar