Marco Rubio dedicó a Panamá su primer viaje al extranjero como jefe de la diplomacia estadounidense, entre amenazas por tomar el control del canal.
Después de aterrizar en suelo panameño el pasado 1 de febrero, el secretario de Estado estadounidense sostuvo una reunión a puerta cerrada con el presidente del país, José Raúl Mulino, en la que se abordaron temas de interés común como la cooperación en materia migratoria y la lucha contra el crimen organizado.
Sin embargo, las tensiones por el canal de Panamá fueron el centro de las conversaciones. En el palacio presidencial Las Garzas, Rubio le transmitió al presidente panameño que Washington ha detectado presuntamente un alto nivel de influencia de China dentro de la administración del cruce marítimo, algo que representa «una amenaza» para los intereses estadounidenses.
Además, según una nota de prensa del Departamento de Estado estadounidense, Rubio externó que esta supuesta influencia de Beijing sobre la ruta representa «una violación del Tratado Relativo a la Neutralidad Permanente y el Funcionamiento del Canal de Panamá». El secretario de Estado pidió al líder panameño «cambios inmediatos».
«El secretario Rubio dejó en claro que este ‘statu quo’ es inaceptable y que, a falta de cambios inmediatos, Estados Unidos tendría que tomar las medidas necesarias para proteger sus derechos bajo el Tratado», expresó la nota compartida por el Departamento de Estado.
Por otro lado, el diplomático estadounidense también intentó aligerar las fricciones elogiando al mandatario panameño cuando la cuestión migratoria salió en la charla, agradeciéndole por «su ayuda» en torno a los vuelos de repatriación a las personas migrantes que regresan a Panamá desde Estados Unidos.
Tradicionalmente, Panamá es uno de los aliados políticos más cercanos de la Casa Blanca en Latinoamérica.
«Altamente respetuosa» la reunión
Apareciendo solo y separado del diplomático estadounidense, Mulino compareció ante los medios de comunicación locales después de finalizar la reunión con Rubio, a la cual el presidente panameño calificó de «proactiva». Además, el mandatario le transmitió al diplomático que, en el caso del canal, «la soberanía de Panamá no está en cuestión».
«No cabe duda de que el canal es operado por nuestro país y así seguirá siendo (…) No siento que haya ninguna amenaza en estos momentos real contra el tratado, la vigencia, y mucho menos de uso de fuerza militar para apoderarse del canal», dijo Mulino ante los medios de comunicación, en una rueda de prensa ofrecida poco antes de la de Rubio.
Mulino indicó que las preocupaciones de Estados Unidos se deben a que es una empresa china la que está operando dos de los puertos del canal, los de Balboa y Cristóbal. El mandatario aseguró al funcionario estadounidense que hay en el momento una auditoría sobre la gestión de los puertos en marcha.
El presidente también indicó que es responsabilidad de las empresas administradoras de los puertos, y no de su Gobierno, «aclarar todas las dudas» que Estados Unidos tenga al respecto del presunto «trato desigual» que alega el presidente estadounidense, Donald Trump.
Además, el presidente panameño le expresó a Rubio que Ciudad de Panamá no renovará el acuerdo con China relativo a la nueva ruta de la seda, mientras que se comprometió a participar en conversaciones para ampliar el pacto sobre las deportaciones que tiene con Estados Unidos.
«Panamá no está en venta»
En los márgenes de la reunión entre Rubio y Mulino, cientos de manifestantes salieron a las calles de la capital panameña para mostrar su rechazo, primeramente, a la presencia del secretario de Estado estadounidense en el país centroamericano, y después a las amenazas trumpistas contra el canal de Panamá.
Convocados por la Alianza del Pueblo Unido por la Vida en una «jornada patriótica», un contingente de ciudadanos salió desde el Parque Porras en una marcha pacífica que tuvo como destino final el palacio presidencial, donde ocurría la reunión.
Aunque los manifestantes no pudieron atravesar los cordones policiales impuestos en calles aledañas al palacio presidencial, los miembros de la protesta quemaron imágenes de Trump y Rubio, mientras las consignas de «¡Un solo territorio, una sola bandera!», y «¡Panamá no está en venta!», fueron los gritos más comunes entre los manifestantes, en su mayoría sindicalistas y estudiantes.
Desde que regresó a la Casa Blanca el 20 de enero, Trump ha impulsado una intensa campaña de presión en contra de Panamá por el presunto «mal manejo» del canal, que el republicano acusa al Gobierno panameño de «haber entregado» a Beijing. El magnate neoyorquino ha amenazado en repetidas ocasiones con tomar el control del canal de Panamá, sin descartar el uso de la fuerza.