Por: Manuel Fernando Silva Tarazona/ El mundo que conocemos hoy no existiría sin la migración. Fue el movimiento constante de personas el que permitió el intercambio de conocimientos, tecnologías y culturas. Fueron las caravanas de la Ruta de la Seda las que conectaron el Este con el Oeste; fue la diáspora africana la que, a través del dolor y la injusticia, transformó el arte, la música y la gastronomía de todo el continente americano; fueron los barcos europeos los que, voluntaria o forzosamente, (masacraron y robaron) cruzaron el Atlántico para poblar el «Nuevo Mundo». La migración no solo moldeó nuestra historia: la escribió.
Pero curiosamente, en pleno siglo XXI, cuando la información está al alcance de un clic y las lecciones del pasado son más visibles que nunca, algunos se niegan a reconocer esta verdad fundamental: todos venimos de un migrante.
EEUU: una nación de migrantes que rechaza a los migrantes
Si hay un país que simboliza el impacto de la migración, ese es Estados Unidos. Desde sus inicios, fue un refugio para quienes huían de guerras, hambrunas y persecuciones. Irlandeses escapando de la gran hambruna de 1845, italianos buscando mejores oportunidades a finales del siglo XIX, chinos que construyeron el sistema ferroviario en condiciones infrahumanas, judíos huyendo del Holocausto… La lista es interminable.
Y aquí está la ironía: hoy, descendientes de esos mismos migrantes son los que vociferan contra quienes intentan hacer lo mismo que sus ancestros. Quienes gritan “¡Que se larguen los ilegales!” son, muy probablemente, bisnietos o tataranietos de alguien que cruzó un océano sin papeles, sin visa y sin permiso de nadie. ¿Cuándo fue que olvidaron de dónde vienen?
No se trata de ignorar las preocupaciones legítimas sobre las dinámicas migratorias, pero sí de recordar que la humanidad nunca ha avanzado cerrando puertas, sino abriéndolas. La migración antes se veía como progreso; ahora, para algunos, es una amenaza. Pero, ¿realmente lo es? Revisemos si en Estados unidos, los migrantes son mayor amenaza que los gringos que un día se levantan con ganas de masacrar a toda una escuela, donde se presentan índices de criminalidad de mayorías nacidas y criadas aquí mismo en Estados unidos, realmente ¿Quiénes son la amenaza? Si nuestros antepasados hubieran pensado así, seguiríamos viviendo en cavernas.
¿Y si miramos más allá de las fronteras?
Las fronteras son un invento reciente en la historia humana. Fueron creadas para dividir, para separar lo “nuestro” de lo “ajeno”. Pero si hay algo que el tiempo nos ha enseñado es que esas líneas en los mapas no definen lo que somos. La cultura, la identidad y el sentido de pertenencia no dependen de un papel oficial, sino de las historias que llevamos dentro.
Hoy en día, en un mundo interconectado, aferrarse al nacionalismo extremo es un acto de negación. La música que escuchamos, la ropa que usamos, los celulares que tenemos en la mano y hasta los alimentos que comemos son el resultado de siglos de migración e intercambio cultural. Pretender detener un proceso tan natural como el movimiento humano es como querer frenar el viento con las manos.
Entonces, ¿cuál es la verdadera lección? Que la migración no es un problema: es la esencia de la humanidad. No podemos permitir que el miedo, la desinformación o la política barata, trasmitida por alguien como Trump que tiene actitudes iguales al mismo Adolf Hitler, donde su discurso fascista afirma que “todo migrante es un delincuente” para recibir la aprobación de una mayoría fue lo mismo que hizo el austriaco en contra de los judíos de la época, no podemos olvidar lo que realmente somos: viajeros, exploradores, buscadores de oportunidades.
Ya para finalizar solo quería tocar el tema de los migrantes colombianos y decir que ninguno era delincuente, habían niños y mujeres, donde a todos se les trato como delincuentes y se esposaron, la verdad muy lejos de ser afín al gobierno actual de Colombia, pero si me entro una alegría en el pecho en el momento que no recibió a los deportados de esa manera tan paila, no sé qué nos sucede como sociedad que vemos a los del norte y Europa superiores a nosotros solo por haber nacido en un lugar diferente, cual es la necesidad de arrodillarnos ante ellos y permitir cualquier atropello, sin hablar del sin fin de atropellos que a lo largo de la historia ya han hecho tales como: Robar medio México. Matar a salvador allende, la masacre de las bananeras, perpetuar dictaduras en sur américa, financiar grupos al marguen de la ley y muchas más…
Debemos ser más dignos y hacernos respetar como sociedad y sin hablar de que pasaría si deportamos a los más de 15 mil gringos que tenemos en Colombia de manera ilegal de esa manera, nos hacen un bloqueo económico y nos ponen a parir porque así actúa este niño consentido al que todo se lo dieron, el malcriado de Trump.
Solo opino que un migrante no es un delincuente, venimos a este país, trabajamos en lo que ellos no trabajan, pagamos impuestos que ellos no pagan e incluso somos la mano de obra de este país, venimos a salir adelante y si quieren deportar a los que estén de manera ilegal o entraron de manera ilegal, está en sus manos pero siempre con dignidad y con su debido proceso.
Porque, al final del día, quien no conoce su historia, está condenado a repetirla, querido Trump quien sus padres y abuelos migrantes proveniente de Alemania y escocia, su esposa parcero quien llego ilegal y sin papeles proveniente de Eslovenia, solo esto para recordarle que usted es producto de “delincuentes”.
…
*Estudiante
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