Por: Aidubby Mateus/ La realidad tiene como en el cuento de Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas, una verdad que se fracciona cuando se atraviesa el espejo que lleva a un irremediable universo inverso, que es precisamente al que una joven soñadora debió llegar un día, asomarse en ese mundo de mil aristas del espejo de la vida real y disponerse a cumplir un objetivo: vencer.
Aidubby Mateus es Alicia y no propiamente en el país de las maravillas, sino el de ese juego de ajedrez donde solo la capacidad de soñar, se convierte en la mejor forma de poner en jaque a las circunstancias y con la claridad que determina la fuerza de voluntad y emprender la misión.
Aidubby Mateus fue la niña campesina que cursó sus estudios en una escuelita rural a la que llegaba todos los lunes hasta la vía principal en el punto en el que converge la vereda Supatá, y de allí, tomaba la cuesta hasta llegar a la casita de la señora Celinia y don Roque en el que la esperaban unos perritos que la hacían llegar más rápido, dada las “corretiadas” como se dice normalmente en la tierrita, hasta culminar sus estudios de básica primaria en el casco urbano de su amado municipio de Gámbita.
De este modo, a su corta edad, teniendo como faro de fortaleza el amor de sus abuelos maternos y su señora madre, la impronta del amor incondicional, sería la semilla que germinaría como un sentido único por el servicio, donde la frase que dice “la mejor manera de enseñar es a través del ejemplo”, sería el mapa a seguir como constante de su vida.
Años adelante y en la vivencia de la adolescencia, se formaría en un internado en el bello pueblito de Puente Nacional, cuna de la guabina santandereana, la tierra de Eduardo Camacho Gámba y Lelio Olarte, un espacio donde conocería el verdadero sentido de la fraternidad. En ese andar, viviría tanto el amor familiar como la soledad, pero con la convicción de sembrar alegría por donde sus pasos le llevaran.
Fue la joven que trabajaría lavando papas en una mayorista de mercados tan pronto terminara sus estudios de básica secundaria y media, cumpliendo con el ciclo normal para quienes veníamos de provincia de recibir la lección de ganarse la vida.
Aidubby Mateus sería entonces la rebelde que quería ser genetista y que terminó siendo abogada de la Universidad Libre de Colombia, seccional Socorro; la abogada litigante, integrante de la Asociación de mujeres campesinas de Gámbita desde su juventud, y quien llegara a ser la alcaldesa de su pueblo natal venciendo a todas las posibilidades de alcanzar el favor democrático de su pueblo.
Al mirarme en el espejo donde alguna vez se asomó Alicia con la que iniciamos esta presentación, hoy me veo como una apasionada de la vida, amante de la naturaleza, una mujer creadora y manifestadora de sueños, que cree en lo que añade Séneca “dondequiera que haya un ser humano, hay una oportunidad para la bondad”.
Y, para ello, es imperioso el dejar brotar la niña que juega tras el espejo, para así descubrir con asombro y alegría las maravillas del universo, sin perdernos en el quehacer diario; entendiendo que cada persona es única, que piensa y actúa según sus experiencias de vida, y que hay esperanza de bondad en cada ser humano.
Pero ante todo lo anterior, Aidubby Mateus es una hija, hermana, sobrina, prima, amiga, compañera y lideresa: un ser humano con virtudes y defectos, que se encuentra en construcción permanente, que día a día se dedica a ser una mejor versión de sí misma para cumplir con el propósito que el Gran Arquitecto del Universo tiene para ella, dentro de una sociedad que requiere de tanto amor y donde no puede haber espacio posible para que el miedo sea el protagonista.
Vencer para soñar, vencer para ayudar a soñar y lo más importante: soñar que ese sueño es posible de alcanzar.
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*Embajadora internacional de mujeres inquebrantables, exalcaldesa Gámbita (Santander), Abogada Especialista en Derecho Constitucional y Derecho de Tierras.
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