Por: Juvenal Bolívar Vega/ “El que gana es el que goza”, se dice en el argot popular. Y claro, también se aplica en la política. En la democracia, las minorías pierden y las mayorías ganan. En 2023, la Registraduría dejó en claro que el gran vencedor de las elecciones en Barrancabermeja fue Jonathan Vásquez, con 71.183 (56%) votos, por encima de Elkin Bueno Altahona, quien solo sumó 28.382 (22%) sufragios. La diferencia pone en evidencia el aplastante triunfo del joven del lápiz.
Un mes antes de las elecciones, revelamos en Corrillos dos mediciones de la encuestadora Atenea, en ambas se proyectaba el triunfo amplio de Vásquez. Las mismas cifras fueron validadas por el encuestador Yamil Cure con sus Mosqueteros. Entonces, por encima de la supuesta compra de votos (un tema que tendrá que definir la justicia colombiana), era claro que los ciudadanos estaban cansados de la vieja clase política, la misma que en ese entonces (y tal vez, aún) encarna Bueno Altahona.
Quienes conocen a Elkin, tal vez se acuerden que en 1990 era el joven que le cargaba (literalmente) el maletín a su jefe, Horacio Serpa Uribe, a quien luego traicionó, creando una implosión en el FILA (Frente de Izquierda Liberal Auténtico), para hacerse elegir por primera vez alcalde de Barrancabermeja (1992–1994).
Con ese acto de deslealtad contra el hombre que le dio su primer cargo público (jefe de la oficina de Tránsito y Transporte de Barrancabermeja, en 1991); Elkin construyó una imagen como la ‘nueva sangre’ política en la ciudad. Destronar a quien le enseñó a echar discursos en los barrios, tenía un gran mérito.
Desde ese momento, Elkin había pasado de ser ‘lavaperros’ de Serpa a convertirse en el líder de una nueva generación de políticos en una fuerza que le permitió asegurar por tres ocasiones el poder municipal en su nombre.
Pero, que haya sido tres veces alcalde, no es directamente proporcional a que sus administraciones fueran eficientes. De hecho, no alcanzó a terminar las dos primeras y la tercera fue un periodo lleno de grandes frustraciones en materia de inversiones en infraestructura y grandes escándalos en temas contractuales.
A las elecciones de 2023, Bueno Altahona llega con las canas que produce la edad, con la imagen de ser ese político tradicional, con dos derrotas electorales previas y convertido en lo que en su tiempo combatió: la politiquería. Entonces entendemos que la votación alcanzada es un mensaje claro y contundente: es hora de hacerse a un lado y le permita el espacio a nuevos dirigentes. Tal vez nos sorprendan.
Y, como dice Diomedes en su canción, “la vida es como un baile, con el tiempo damos la vuelta”, ahora, en su rol de concejal de oposición (credencial a la que tiene derecho por quedar segundo en las elecciones), ha venido criticando la Administración de Vásquez Gómez, no como político, sino, como un hombre que no ha podido superar la contundente derrota que le propinaron. Sin embargo, el rancho le arde.
Elkin sabe que, sin el lapicero del presupuesto municipal, la posibilidad de seguir beneficiando a su séquito, no es nadie en la política. Y lo peor, sufre en carne propia el mismo dolor de pérdida de poder que debió sentir Serpa (QEPD), cuando él mismo se lo arrebató. ¡Sorpresas te da la vida!
El tres veces alcalde tiene derecho a seguir en la política local (ya que no pudo trascender en lo departamental), a lanzarse todas las veces que quiera (así sea para hacer el ridículo), a hacer el bullicio necesario para ganarse unos likes en sus redes sociales; pero es claro que no es el indicado para dar cátedra de transparencia ni mucho menos de eficiencia. Gobiernos como el de Alfonso Eljach, por dar un ejemplo de su propia cuerda, no solo tuvieron una conclusión satisfactoria, sino que, nos permitieron creer que en un periodo de gobierno se puede hacer lo que Elkin no hizo en tres.
Apreciado Elkin, mi admiración por lo que alguna vez usted significó para la política porteña. ¡Cálmese! Que su rencor no le envenene el corazón; mejor, vuelva a esa vida placentera de perderse tres años y aparecer para la siguiente contienda.
Recuerde que los barranqueños “lo tenemos para grandes cosas”.
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*Comunicador Social, candidato MBA con concentración en Marketing Digital y docente universitario.
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