Por: Juana Yolanda Bazán Achury/ De visita en la feria de Ulibro, me encontré con una maravilla de texto que he tenido la fortuna de leer una vez, porque debo advertir que es tan instructivo que debe ser leído varias veces o por lo menos las veces que uno crea necesitarlo; el autor Jhon Powell S.J., el título La felicidad una tarea interior.
Cuando se encuentra este tipo de lectura, muchas personas piensan que se trata de charlatanes, otras piensan que no la necesitan y otros por el contrario consideramos que se trata de lecturas que hacen aportes muy importantes a nuestra vida, para avanzar en la evolución espiritual y tener una mayor expansión de conciencia.
Voy a tratar de acercarme a algunos aspectos que considero particularmente importantes, pero al tratarse de estos temas cada persona tiene su propia percepción, de lo que cree necesitar y lo que constituye su propia búsqueda.
La primera premisa es considerar la felicidad como una condición natural de los seres humanos, asegura que todos fuimos creados para ello. Dios nos creo para ser felicites en esta vida y por siempre en la otra, si una persona es infeliz en forma crónica algo anda mal, algo falta, partiendo de ahí profundiza en sus diez prácticas que constituyen un instrumento, para avanzar de manera constante, diaria y permanente en la construcción de la felicidad.
Las expectativas tienen mucho que ver con la felicidad, siendo una de las lecciones de vida más difíciles de aprender, porque siempre hemos entendido que la felicidad no se construye en nuestro interior, sino que depende de cosas externas de otras personas, la mayoría de nosotros creamos expectativas falsas sobre la vida, edificamos castillos en el aire, nos aferramos a pensar en la vida y la felicidad como un candado de combinación, cuando manejamos la clave creemos haber logrado la felicidad, pero la frustración siempre nos alcanzara mientras fundemos la felicidad en la promesa de cosas o la pongamos en manos de otros.
Las expectativas siempre llevan al éxtasis, pero pronto se ahogan en la oscuridad y la decepción de las tinieblas, el error empieza cuando esperamos que sean las personas o las cosas las que asuman la responsabilidad de nuestra felicidad, nadie ni nada puede hacernos verdaderamente felices solo cada uno.
Lograr la Felicidad es una tarea de toda la vida, no se trata de beber la pócima de la felicidad y ya está, la vida es un proceso paulatino de crecimiento, el trabajo de desarrollo espiritual y logró de la felicidad se hace de manera gradual y permanente.
Con base en lo anterior nos propone 10 prácticas constantes:
Aceptarnos como somos
La verdadera aceptación de uno mismo, debe comenzar por una sincera evaluación, sin desalentarnos por nuestras limitaciones, ni intentar negarlas, no es necesario celebrar nuestros pesares, ni congratularnos por nuestras debilidades emocionales.
Se impone la obligación de admitir algunas verdades dolorosas, reconociendo que todos somos seres humanos limitados, lo demás nos llevará necesariamente a una falsa y fantasiosa idea de felicidad, reconociendo nuestras limitaciones veremos con claridad el rumbo de nuestro futuro, desarrollo y crecimiento.
El orgullo y la verdadera humildad comienzan del mismo modo; al darse uno cuenta y apreciar la propia bondad y dones. La virtud y el vicio se separan.
El orgullo escucha el aplauso, aspira el incienso, este se siente solitario sin el reconocimiento y la recompensa. Por su parte la humildad sabe en silencio que “no tengo nada que no me haya sido otorgado”. La humildad es agradecida no codiciosa.
Los obstáculos en la aceptación de uno mismo son únicos en cada uno de nosotros como nuestras historias personales.
Debemos asumir la responsabilidad total de nuestra vida
Tenemos el deber de aceptar la responsabilidad de nuestros actos, entre ellos las emociones y comportamientos, la forma como afrontamos la vida todo ello es indispensable para alcanzar la madurez.
La propensión a culpar a los demás, a las circunstancias o cosas es un mecanismo de escape, la humanidad desde hace miles de años, ha usado la culpa para enmascarar la realidad, crecimos culpando a los demás de todo lo que pasa en nuestras vidas, con frases como “ le tocaba”, “ me hiciste lo mismo” te estaba dando algo de tu propia medicina” y en el mismo sentido nuestros fracasos se los achacamos a otros como la falta de recursos, mala suerte, no estaban los astros alineados etc, todo lo anterior es falta de contacto con la realidad y por este camino las personas no llegan nunca a conocerse así mismas: “El crecimiento comienza donde la inculpación termina”.
Todos estamos en una travesía hacía la plenitud de la vida
Debemos intentar satisfacer nuestras necesidades de relajamiento, ejercicio y nutrición.
Los seres humanos somos una unidad magnifica que esta interconectada entre cuerpo, mente y espíritu.
Razón para entender y aceptar que el cuerpo material influye en la forma en que pensamos y lo que nos gusta y por tanto el espíritu pueden ejercer sus programas ocultos sobre nuestro cuerpo, son inescindibles y los científicos lo han venido entendiendo como un aporte muy significativo para la medicina.
No hay duda. que la mente torcida y el espíritu desequilibrado llevan a la enfermedad física, son una unidad con tres partes interconectadas.
Por lo anterior, se impone la obligación de cuidarlas como un todo, hay que alimentar el alma, el cuerpo y la mente, es necesario para una vida plena y feliz.
“Es difícil ser feliz cuando se viaja por la vida en un chasis tenso o cansado. Así que comience. Luego será sencillo”.
Debemos hacer de nuestra vida un acto de amor
Es un capítulo lleno de instrucciones, ejemplos y propuestas prácticas, para entender que toda la vida debe girar alrededor del amor, la fuente de toda infelicidad crónica es la imposibilidad de amar, todos los grandes psiquíatras, lo han dicho, puede ser con culpa o sin culpa de la persona, todos hemos sido programados, las experiencias tempranas no nos prepararon para este sentimiento hacía sí mismo, hacía el prójimo o hacía Dios.
Lo cierto es que, si una persona no se ama así misma, no abra más que un futuro desalentador, el espíritu humano se ve seriamente desposeído sin una relación de amor con un Dios amoroso.
El resentimiento es una forma de esclavitud, el precio de convertir la vida en un acto de amor implica revertir muchos de los viejos hábitos y valores. Es difícil, pero la alternativa es una vida de miseria una vejez de soledad.
“Siempre se cosecha lo que se sembró y lo que se prodigó tan generosa y gozosamente retorna con creces. Para aquellos que han amado la vejez es un tiempo de cosecha”.
Para expandirnos debemos salir de nuestras zonas de comodidad
Para nadie es un secreto que la vida es un ratico, somos seres en tránsito y cada uno tiene su marcha personal, escala a su propio ritmo y lucha por su destino.
Pese al paso de los años debemos intentar lo nuevo, desterrar lo viejo, transformarnos.
Expandirnos significa hacer de nuestra vida la búsqueda permanente de nuevas emociones, de riesgos jamás corridos, de establecer vínculos nuevos, de expresar el afecto con mayor generosidad. Un mundo más amplio y una vida más plena le esperan, hay que darse la oportunidad.
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*Exrepresentante a la Cámara por Santander.