Por: Gloria Lucía Álvarez Pinzón/ Los símbolos, son distintivos que autodefinen a una persona, organización o comunidad, con los que se diferencia de otros y logra reconocimiento propio; es decir que, son parte esencial de su identidad.
La simbología puede ser variada; pueden integrarla, banderas, escudos, himnos, lemas, trajes, etc.; todo depende de su motivación.
Desde la colonia, nuestro territorio adoptó diversos escudos, impuestos por el monarca de turno.
El primero, fue el de Santa Fe de Bogotá, conferido por el rey Carlos V en 1548, que luego se convirtió en el del Virreinato de la Nueva Granada y fue abandonado a partir del grito de la independencia, para eliminar toda atadura de España.
En 1814, se creó el escudo provisional de las Provincias Unidas de la Nueva Granada que, después, fue cambiado en 1815. En 1819, se adoptó el escudo de Venezuela como el de la Gran Colombia, que en 1821 se cambió por otro, modificado en 1822 y usado hasta 1834.
El escudo que tenemos, fue creado por el general Santander con la Ley 3ª/1834, después de la disolución de la Gran Colombia, como escudo de la República de la Nueva Granada.
Nuestros símbolos patrios son tres: la bandera, el escudo y el himno nacional; se encuentran regulados por la Ley 12/84, que subrogó la Ley 33/20 y reglamentados por el Decreto 1967/91.
La bandera, lleva los colores nacionales que son: el amarillo, que simboliza el oro, las riquezas, la soberanía, la armonía y la justicia; el azul, que representa nuestros océanos; y, el rojo, que simboliza la sangre de nuestros libertadores.
El himno, es el compuesto por Oreste Sindici y Rafael Núñez.
El escudo lo componen, un blasón en forma de suiza; una faja azul con una granada de oro con tallos y hojas de oro, graneada de rojo en el centro; dos cornucopias de oro vertiendo monedas y frutos tropicales; una faja de platino con un gorro frigio enastado en una lanza; y en la franja inferior, la representación de los dos océanos que bañan nuestra tierra; cuatro banderas recogidas hacia el vértice del escudo; un cóndor con las alas abiertas parado sobre el blasón, que mira hacia la derecha y sostiene en el pico una corona de laurel que se entrelaza con una cinta de oro que dice “Libertad y Orden.”
La embestida contra la simbología no es nueva; inició después de la firma del acuerdo de paz con el M-19 y la promulgación de la Constitución de 1991, con una demanda que pretendía suprimir 10 de las 11 estrofas del himno nacional, acusándolas de inconstitucionales por contener expresiones violentas, discriminatorias y atentar contra la libertad de culto.
La Corte Constitucional en Sentencia C-469/97, desechó los cargos e hizo el análisis respecto a lo que significan los símbolos patrios, precisando que son la representación material de una serie de valores comunes de una Nación constituida como Estado y que, por ello, son objeto de respeto y fervor por parte de los pueblos, pues constituyen una evocación de las glorias, sacrificios y aspiraciones de la comunidad.
En 2004, el presidente Uribe quiso modernizar el diseño del escudo nacional e introdujo cambios en el gorro frigio, lo cual generó enormes críticas y una polémica que terminó en demandas y restringiendo el uso a ese período gubernamental.
Luego, fue demandada la norma que penalizaba con prisión el ultraje hacia los símbolos patrios y la Corte Constitucional, en Sentencia C-575/09, la declaró inconstitucional, argumentando que el concepto “ultraje” involucra muchas acciones y muy variadas, entre ellas las de dañar, estropear, deteriorar, ofender, humillar, manosear, arrugar, maltratar, insultar, despreciar, entre otras, que, al prohibirse, afectan la manifestación legítima del derecho a la libertad de expresión. Vaya forma de garantizar el derecho de opinión.
Años más tarde, en Sentencias C-688/14 y C-352/15, la Corte se inhibió de fallar sobre la constitucionalidad de las normas que facultaban a los alcaldes a imponer multas por no izar la bandera en los días de fiesta nacional, argumentando que fueron derogadas por la Ley 12/84.
Por tales razones, la izada de bandera entró en desuso y hoy es posible que, en las protestas y disturbios públicos, los ciudadanos quemen o insulten los símbolos patrios, sin consecuencia alguna.
A esta cadena de apoplejías hacia los símbolos patrios, hay que agregar el cambio temporal realizado de facto por este Gobierno en 2023, para celebrar el día del orgullo gay y ahora la propuesta de tramitar una ley que, en principio, tiene como propósito reemplazar la palabra “orden” por “orden justo”.
Pero la propuesta de reforma no será tan insignificante como lo plantean ahora. Por todo lo que está pasando y el deseo reformista de este Gobierno de corte socialista progresista, no cabe duda de que esta aparentemente inofensiva iniciativa, es solamente la excusa para intentar que el legislativo apruebe una profunda modificación a los símbolos patrios.
Eso lo ha dejado entrever el presidente, al considerar el escudo como anacrónico e irreal, manifestando que ya no tenemos cóndor, ni riqueza, ni granada, ni Canal de Panamá.
La perversidad salta a la vista, porque nada de ello es verdad.
El cóndor, es el ave de los andes y simboliza la libertad; y, aunque ha sido declarado en vías de extinción, sigue estando presente en el territorio nacional y considerado el ave nacional.
La granada, no hace referencia al exquisito fruto originario de Persia como nos quiere hacer creer, sino que es la representación de la nueva Nación conformada a partir de la independencia de España que ya tiene 200 años de consolidación; si del fruto se tratara, debe saber que, hoy es uno de los cultivos agrícolas colombianos que se proyecta como de gran oportunidad.
Nuestro escudo no hace evocación ninguna al canal de Panamá, craso error; lo que representa son los dos océanos que bañan nuestro territorio.
Finalmente, la riqueza, claro que existe y en abundancia; lo que ocurre es que quienes hoy representan al Gobierno, obstinados por hacer decrecer a Colombia y por empobrecernos, le han declarado la guerra a la explotación de los minerales, principalmente el oro y a todas aquellas actividades generadoras de abundancia y progreso, que sostienen la economía nacional.
Por esto, no solo seguirán empeñados en acabar con el patrimonio de todos, sino que buscarán excluir la riqueza de la simbología nacional, a ver si nos olvidamos por completo de ella, para monopolizarla en manos de quienes buscan perpetuarse en el poder.
Hoy en día, que se quieren minimizar los derechos y libertades, la discusión sobre nuestra simbología no es un tema menor; debemos esperar que el proyecto de ley que se prepara, abra la puerta para una profunda reforma de los símbolos patrios, que busque excluir el oro, el amarillo y todo símbolo de riqueza, para reemplazarlos por el verde y la simbología de género y diversidad.
Emulando a Chávez, se intentará también obligar al cóndor a conducir su mirada hacia la izquierda.
Ese no es el querer mayoritario de los colombianos y por ello, no debemos permitir que se imponga la aspiración imaginaria de unos cuantos.
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*Abogada, docente e investigadora en Derecho Ambiental.
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