Cada año en Colombia, según datos del Instituto Nacional de Salud (INS), se calcula que cerca de cinco millones de personas se vacunan contra diferentes enfermedades que, de no ser por estos antídotos, podrían en riesgo su vida.
Son necesarias para proteger a los bebes y niños más pequeños de contraer patologías como sarampión, paperas, rubeola, meningococo, neumococo, polio, difteria, tétanos, tos ferina, entre otras. En cuanto a los adultos mayores, a estos les fortalece sus defensas, teniendo en cuenta que por su avanzada edad estas se debilitan generando mayores riesgos de presentar complicaciones graves por enfermedades como la gripe (influenza), neumonía. Vale mencionar que muchas de las vacunas que recibe un menor, tienen que reforzarse con otra dosis años después.
En contexto, estos antídotos son las mejores medicinas para prevenir problemas de salud y su misión es estimular el sistema inmunológico para que reconozca y combata virus y bacterias gracias a la generación de anticuerpos.
En otras palabras, cuando una persona recibe el “molesto” pinchazo, lo que le inyectan es una versión muy débil o inactiva del germen causante de la enfermedad en su cuerpo, dicho de esa forma suena doloroso y temeroso; sin embargo, la clave es entender que este tipo de procedimientos no enferma a nadie, al contrario, es la primera y más fuerte línea de batalla que le permite a los individuos, sin importar su edad, defenderse de manera segura y efectiva.
Ahora, si bien son quizá el desarrollo más importante de la historia de la medicina, también es preciso recordar que, como cualquier medicamento, puede tener algunos efectos secundarios, la mayoría leves y temporales.
Los más comunes y frecuentes, de acuerdo con Carmen Luisa Betancur Pulgarín, docente de la Especialización en Epidemiología de Areandina, seccional Pereira, son: “dolor e inflamación en el lugar donde le fue puesta la vacuna, fiebre leve (entre 37.7 y 38 grados) por un día o máximo dos, así como cansancio y malestar, sobre todo minutos después de haber recibido el antídoto”.
Con relación a los efectos secundarios menos comunes, aunque es raro algunas personas, explica Betancur, “pueden presentar una reacción alérgica, que se manifiesta con sarpullido, hinchazón y dificultad para respirar. Si esto ocurre, es importante buscar atención médica de inmediato”.
Seis cuidados clave antes de vacunarse
- Infórmese y asegúrese de saber qué vacuna le van a poner y por qué es importante. Puede preguntar a su médico, enfermera o personal sanitario.
- Siga las recomendaciones del personal de salud sobre las precauciones que debe tener después de recibir el antídoto. Por ejemplo, evite hacer ejercicio físico minutos después de recibir el “pinchazo” y, en lo posible, descanse por lo menos una o dos horas para recuperar el cuerpo. Dormir bien la noche anterior ayuda al organismo a responder mejor a la vacuna.
- Tenga en cuenta los efectos secundarios antes descritos y si los presenta por más de dos días consulte de inmediato a su médico. Sin embargo, si presenta alguna reacción alérgica luego de vacunarse, debe ir de inmediato por urgencias.
- Hidrátese y coma bien antes y después de recibir el antídoto. Se aconseja consumir suficiente agua: no menos de un litro y medio, así como consumir alimentos ligeros. Esto puede ayudarle a sentirse mejor después de la vacuna.
- Use ropa cómoda que le permita acceder fácilmente al sitio donde le van a poner la vacuna. Por ejemplo, una camiseta de manga corta.
- Relájese y respire profundamente antes de recibir el “pinchazo”. Pensar en cosas que lo calmen sirven.
“Recuerde, ponerse varias dosis de una sola vacuna es bueno, aunque no en todos los casos es necesario. La dosis inicial le enseña a su cuerpo a reconocer y a combatir el germen, mientras que la segunda, también llamada refuerzo, asegura su sistema inmunológico y le recuerda cómo defenderse de la enfermedad a largo plazo. Por ejemplo, las vacunas contra la hepatitis B y el tétanos requieres varias aplicaciones con el fin de proporcionar una protección completa”, concluye Betancur.