Por: Jhon F Mieles Rueda/ Es innegable que las redes sociales se han convertido en una presencia omnipresente en nuestras vidas. Plataformas como Instagram, Facebook, Twitter y TikTok no solo dan forma a cómo nos comunicamos, sino también a cómo nos percibimos a nosotros mismos y como percibimos a los demás.
Si bien estas plataformas ofrecen numerosos beneficios, como conexión instantánea y acceso a grandes cantidades de información, también están causando estragos furtivos en nuestra salud mental. Por ello, es vital que examinemos los efectos negativos que tienen las redes sociales en nuestra salud mental y consideremos cómo podemos mitigar su impacto.
Una de las formas más incidentes en que las redes sociales afectan nuestra salud mental es a través de la comparación constante. Estás plataformas están diseñadas para mostrar lo mejor de la vida de las personas, creando una narrativa un tanto ficticia de éxito, felicidad y belleza.
Esta exposición constante a vidas aparentemente perfectas puede generar sentimientos de insuficiencia y baja autoestima. Nos encontramos comparando nuestra vida diaria con las versiones editadas y filtradas de los demás, lo que puede generar sentimientos de envidia, frustración y ansiedad.
Por otra parte, la necesidad de estar constantemente pendientes de lo que hacen nuestros amigos, conocidos e incluso famosos puede generar una enorme presión y sensación de ansiedad. Este miedo a perderse algo importante o emocionante puede llevar a una adicción a las redes sociales, donde el usuario se siente obligado a revisar constantemente su cuenta, lo que a su vez interfiere con su productividad y la capacidad de concentrarse en el presente.
Otro aspecto preocupante es el impacto de las redes sociales en adolescentes y jóvenes. Este grupo demográfico es particularmente más vulnerable a efectos adversos debido a su etapa de desarrollo. Buscar validación a través de me gusta, comentarios y seguidores puede convertirse en una obsesión, afectando tu autoestima y bienestar emocional. La presión para mantenerse al día con las tendencias y adaptarse a ciertos estándares sociales puede conducir a comportamientos riesgosos y a una identidad artificial construida en torno a la aprobación externa.
Las redes sociales también pueden ser un caldo de cultivo para el ciberacoso. El anonimato y la falta de consecuencias inmediatas facilitan el comportamiento abusivo y dañino. Las víctimas de ciberacoso pueden experimentar ansiedad, depresión e incluso pensamientos suicidas. La naturaleza prácticamente “omnipresente” de las redes sociales significa que el acoso puede seguir a la víctima a todas partes, sin ofrecer un respiro o un refugio seguro, lo que a veces termina en la perdida valiosa de vidas humanas.
Eso sin mencionar que las redes sociales también son una adicción muy fuerte, ya que la estructura de estas plataformas está diseñada para ser adictiva, utilizando algoritmos que mantienen al usuario enganchado a través de notificaciones constantes, contenido personalizado y recompensas intermitentes.
Esta adicción no solo afecta la salud mental, sino también la física, contribuyendo a problemas como el insomnio, la fatiga ocular y una vida sedentaria, además de que evita que nos relacionemos personalmente y de manera más amena con las demás personas de nuestro entorno.
Sin embargo, la buena noticia es que pesar de estos desafíos, no todo está perdido. Hay medidas que podemos tomar para reducir el impacto negativo de las redes sociales en nuestra salud mental.
En primer lugar, es esencial establecer límites claros para el uso de estas plataformas. Esto puede incluir tiempos específicos del día para revisar las redes sociales y limitar la cantidad de tiempo que pasamos en ellas. Desactivar las notificaciones también puede ayudar a reducir la tentación de revisar constantemente nuestros dispositivos.
Fomentar un uso consciente y crítico de las redes sociales es igualmente importante. En lugar de aceptar pasivamente todo el contenido que encontramos, podemos aprender a cuestionar y evaluar críticamente lo que vemos para que como dicen por ahí, no comamos entero.
Y, sobre todo, debemos aprender a reconocer que las vidas perfectas que vemos en línea son solo una parte de la realidad y no un reflejo completo de la vida de una persona, puede ayudarnos a reducir la comparación, la frustración y la envidia.
Además, es crucial promover y practicar el autocuidado. Desconectarse regularmente de las redes sociales y dedicar tiempo a actividades que nos hagan sentir bien, como el ejercicio, la lectura o pasar tiempo con nuestros seres queridos, puede mejorar significativamente nuestra salud mental. Buscar apoyo profesional si estamos luchando con problemas de salud mental relacionados con el uso de las redes sociales también es una opción a la que podamos recurrir.
Aunque las redes sociales tienen el potencial de enriquecer nuestras vidas de muchas maneras y que además son el sustento de vida de muchas personas que se dedican a crear o editar contenido, también representan un desafío significativo para nuestra salud mental. Es fundamental ser conscientes de estos efectos negativos y tomar medidas significativas para proteger nuestro bienestar y de esta manera, extirpar el cáncer que representa las redes sociales para nuestra salud mental.
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*Profesional Agroforestal, escritor y político local.
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