Por: Édgar Mauricio Ferez Santander/ En los últimos años, Colombia ha sido testigo de varios intentos de manipulación institucional. Las recientes reformas judiciales y electorales han generado preocupación sobre la independencia del poder judicial y la transparencia electoral. Los críticos argumentan que estas reformas buscan centralizar el poder en el ejecutivo, debilitando los contrapesos institucionales necesarios para una democracia saludable.
Un ejemplo notable es la reforma a la justicia propuesta en 2020, que buscaba modificar la estructura de la Corte Suprema y otros órganos judiciales. Aunque presentada como una medida para mejorar la eficiencia y reducir la corrupción, muchos analistas vieron en esta reforma una amenaza a la independencia judicial. La presión de la sociedad civil y la comunidad internacional fueron cruciales para frenar esta iniciativa, demostrando el poder de la movilización ciudadana en la defensa de la democracia.
Las elecciones también han sido un campo de batalla para el debilitamiento institucional. Las acusaciones de fraude y la manipulación de resultados han sido recurrentes, socavando la confianza pública en el sistema electoral. En este contexto, las reformas electorales propuestas por el gobierno han sido vistas con escepticismo, con temores de que puedan favorecer al partido en el poder y dificultar la competencia justa.
El debilitamiento institucional tiene consecuencias graves para la estabilidad política y económica de Colombia. La desconfianza en las instituciones fomenta la polarización y la conflictividad social, mientras que la falta de transparencia y rendición de cuentas aumenta la corrupción. Además, la percepción de un estado de derecho débil puede disuadir la inversión extranjera, afectando el desarrollo económico del país.
La sociedad civil colombiana ha demostrado ser un actor clave en la resistencia contra el debilitamiento institucional, aunque esta misma sociedad no confía en ello. Las protestas masivas y la presión pública han sido fundamentales para frenar iniciativas antidemocráticas.
La comunidad internacional también desempeña un papel importante. La presión de organismos multilaterales y la vigilancia internacional pueden ayudar a contrarrestar las tendencias autoritarias y promover la rendición de cuentas. La cooperación internacional es esencial para apoyar a la sociedad civil y fortalecer las instituciones democráticas en Colombia.
En conclusión, el debilitamiento institucional en Colombia es una estrategia política deliberada utilizada por ciertos líderes para consolidar su poder. La resistencia de la sociedad civil y la presión internacional son cruciales para contrarrestar estas tendencias y garantizar un futuro más democrático y justo para Colombia. La pregunta urgente es cómo pueden las democracias fortalecerse para evitar caer en la trampa del autoritarismo, y la respuesta radica en un compromiso renovado con la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana.
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*Historiador, candidato a doctor en estudios migratorios de la Universidad de Granada (España).