Por: Manuel Fernando Silva Tarazona/ La Operación Cóndor nació en 1975 en Santiago de Chile, en una reunión secreta de altos mandos militares de Chile, Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. Posteriormente, Ecuador y Perú se unieron al pacto. El objetivo era claro: eliminar a los opositores políticos y a cualquier amenaza percibida al statu quo, sin importar fronteras. Esta alianza transnacional facilitó el intercambio de información, recursos y prisioneros entre los regímenes dictatoriales, creando una red eficiente para la persecución y exterminio de disidentes.
El rol de Estados Unidos
El papel de Estados Unidos en la Operación Cóndor fue fundamental y complejo. Durante la Guerra Fría, la política exterior estadounidense en América Latina estaba dominada por la Doctrina de Seguridad Nacional, que buscaba contener la expansión del comunismo. En este contexto, la Casa Blanca apoyó a gobiernos militares que prometían estabilidad y alineamiento con sus intereses geopolíticos y económicos.
Documentos desclasificados han revelado que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y otros organismos de inteligencia estadounidenses no solo estaban al tanto de la Operación Cóndor, sino que también proporcionaron asistencia técnica y logística. El respaldo de Washington incluía entrenamiento en técnicas de contrainsurgencia y espionaje, además de suministros y financiamiento para operaciones encubiertas. Henry Kissinger, entonces Secretario de Estado, jugó un papel crucial en esta dinámica, ofreciendo un manto de legitimidad internacional a los regímenes represivos.
Impacto en América Latina
El saldo de la Operación Cóndor fue devastador. Se estima que más de 50,000 personas fueron asesinadas, 30,000 desaparecidas y cientos de miles encarceladas o torturadas. Las víctimas eran principalmente opositores políticos, sindicalistas, intelectuales, estudiantes y cualquier individuo considerado subversivo por los regímenes militares.
El miedo y la represión sistemática desmantelaron movimientos sociales y políticos, truncando el desarrollo democrático en la región. Países como Argentina y Chile vivieron épocas de terror en las que cualquier forma de disidencia podía ser castigada con la muerte o la desaparición forzada. La desaparición de personas se convirtió en una táctica habitual para sembrar miedo e incertidumbre en la población, dejando cicatrices profundas en la sociedad civil.
Beneficios para Estados Unidos
Mientras América Latina se sumía en el caos y la violencia, Estados Unidos logró varios objetivos estratégicos. La estabilidad política y la represión de movimientos de izquierda aseguraron un entorno favorable para las inversiones estadounidenses y la explotación de recursos naturales. Las dictaduras militares, dependientes del apoyo de Washington, abrieron sus economías al capital extranjero y adoptaron políticas neoliberales que beneficiaron a corporaciones multinacionales.
Además, la Operación Cóndor consolidó la hegemonía de Estados Unidos en el hemisferio occidental, reforzando su posición en la Guerra Fría. Al sofocar cualquier posible avance del comunismo en la región, Washington no solo protegió sus intereses inmediatos sino que también envió un mensaje claro a otras naciones sobre las consecuencias de desafiar su influencia.
Consecuencias y reflexiones
La Operación Cóndor dejó una marca imborrable en la historia de América Latina. Las heridas aún no han sanado completamente, y la búsqueda de justicia para las víctimas continúa en varios países. En el siglo XXI, muchos responsables de crímenes de lesa humanidad han sido llevados a juicio, pero la impunidad sigue siendo un desafío significativo.
Este episodio también subraya la necesidad de una mayor autonomía y solidaridad entre las naciones latinoamericanas para resistir las presiones externas y construir un futuro basado en el respeto a los derechos humanos y la democracia. La Operación Cóndor es un recordatorio sombrío de los costos humanos de las intervenciones extranjeras y de la importancia de no olvidar las lecciones del pasado para evitar que se repitan en el futuro.
En conclusión, mientras la Operación Cóndor trajo sufrimiento y represión a millones de latinoamericanos, Estados Unidos cosechó beneficios estratégicos y económicos a expensas de la región. Esta historia de complicidad y violencia sigue siendo una advertencia sobre los peligros de la interferencia externa y la importancia de la soberanía y los derechos humanos en América Latina.
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