Tan dinámica es la política colombiana que en el municipio de Yondó, Antioquia, a nadie le resultó extraño el día que en pleno velorio de su difunto esposo, una viuda anunció su pretensión de ser candidata a la alcaldía en las elecciones del próximo 27 de octubre.
Es el caso de Mónica Gamarra Rodríguez, esposa de Wilfrido Uzuriaga Aponzá, dos veces alcalde de ese municipio. Murió en mayo de este año. El día del sepelio, una vez culminaron las exequias, la viuda salió del cementerio, directo a la plaza pública donde hizo pública su aspiración.
En efecto, Gamarra Rodríguez es precandidata a la alcaldía por el Partido Liberal.
Corrillos conoció de fuentes fidedignas, que en vida, Uzuriaga Aponzá acordó que su candidato en la contienda de 2019 sería el empresario Ovidio Sánchez, tres veces candidato al primer cargo municipal. Hace cuatro años Sánchez fue la tercera mejor votación.
El acuerdo, que ya conocían las bases y la maquinaria política del difunto, quedó ‘en veremos’, pues la viuda decidió que sería ella quien asumiría las riendas de ese menester. De candidato, Sánchez pasó a ser el gerente de su campaña, cargo al que presuntamente renunció unas semanas después.
La puja por los avales
La viuda de Uzuriaga Aponzá tiene total apoyo del senador liberal Julián Bedoya, apadrinado absoluta del difunto en las pasadas elecciones parlamentarias. En política el respaldo que representa el aval de una colectividad, además del ‘compromiso’ a pagar una vez alcance la dignidad a la que aspira; significa tener con qué moverse en la arena política. El espaldarazo tiene un fin, lograr el poder, y el fin justifica los medios.
El punto es que aún con esas prebendas bajo la manga, Corrillos conoció que la viuda de Uzuriaga gestionó por cielo, mar y tierra el aval de ‘Colombia Renaciente’.
Desde febrero pasado el partido respaldó la candidatura de William Skey Figueroa Mosquera. En junio pasado, durante la reunión del partido, un directivo de alto rango y con influencia, pidió que el aval de ‘Colombia Renaciente’ pasara a manos de la viuda. Supimos que el Representante a la Cámara, Jhon Arley Murillo Benitez, se dio ‘la pela’, frenó la negociación que se hacía bajo la mesa y el partido mantuvo firme su compromiso y su palabra.
El precandidato a la Alcaldía de Yondó, William Skey Figueroa Mosquera, es quien representa a ‘Colombia Renaciente’ en la contienda actual.
Hace años William Skei logró la segunda mejor votación. Ganó el voto de 2.182 yondosinos. En los mentideros políticos de esa localidad es voz populi que de los siete que aspiran ser alcaldes en el cuatrenio 2020 – 2023, él es, quizá, el único que tiene con qué dar la pelea en las urnas, alcanzar la dignidad de gobernante.
En el eventual caso que así fuera, lo que asestarían los electores es un golpe bajo a las maquinarias que allí gobiernan desde hace casi dos décadas.
‘Tire y afloje’
Otra de las ‘cartas’ que se barajan es la de Fabián Echavarría. En las elecciones de 2011 presentó su nombre para la alcaldía pero su motor se quedó sin fuerza. A duras penas apareció en el cuarto puesto del ranking de votación.
Yondó es un municipio de sexta categoría, con un presupuesto de $60 mil millones.
La maquinaria del hoy difunto le significó a Uzuriaga gobernar en el 2004, con el Partido Liberal y repetir en el 2011, con la Alianza Verde. De ahí en adelante, Yondó tuvo alcaldes ‘en cuerpo ajeno’. Al menos eso es un secreto a voces en la localidad. De hecho el actual mandatario, Gilbert Cartagena, es otra de las fichas que movió.
En actualidad Yondó todavía padece los mismos problemas que tiene por resolver desde hace un siglo. Falta cobertura en saneamiento básico, alcantarillado, infraestructura, equipamiento. La clase política que tradicionalmente ha gobernado, sigue en deuda.
Es más a esas carencias, se suma el severo impacto que sufre la población, pues el agua que les suministra no es cien por ciento potable. Sin resolver continúa la alta presencia de flúor que concentra el líquido. El basurero es otra pata, que le nace al cojo.
En Yondó no sólo está en vilo la sostenibilidad ambiental del territorio, la económica y la social también corren riesgo.