Por: José Gabriel Giratá Pico/ Los concejos municipales recibieron para su estudio y aprobación los planes de desarrollo territoriales, conforme a la ley de planeación nacional, una vez surtida la etapa de alistamiento, construcción participativa, diagnóstico, formulación y conceptos de la autoridad ambiental respectiva, así como de los Consejos Territoriales de Planeación.
Complementario a ello, acorde a lo dispuesto en el artículo 22 de la ley 1909 de 2018, conocida como el estatuto de la oposición, debió surtirse la audiencia pública para que la ciudadanía pudiera conocer los proyectos de inversión en el marco de los planes plurianuales y pudieran presentar propuestas de priorización de las respectivas inversiones.
Entonces ahora los honorables concejales tienen la responsabilidad y tarea de hacer un estudio y debates de sus planes territoriales, revisando tanto la forma como el fondo. Tendrán que verificar que el proyecto de acuerdo tenga las formalidades que requiere la norma, que se hayan agotado previamente las etapas y procedimientos previos así como su contenido, que tenga sus componentes mínimos de diagnóstico, plan estratégico y programático y su plan de inversiones en el cuatrienio.
Siendo coherentes con los principios de planeación territorial, los concejos deberían también revisar que el plan se haya articulado y armonizado la agenda de la Naciones Unidas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS 2030, con el Plan Nacional de Desarrollo 2022 – 2026 “Colombia potencia mundial de la Vida”, sus 5 ejes transformadores (ordenamiento territorial, seguridad humana y justicia social, derecho humano a la alimentación, transformación productiva y acción climática y convergencia regional) y sus ejes transversales (paz total y actores diferenciales para el cambio); así como con la Visión prospectiva Santander 20230, el plan departamental de desarrollo “Es Tiempo de Santander 2024 – 2027”; el Plan de Gestión Ambiental y el Plan de Acción Cuatrienal 2024 – 2027 de las Autoridades ambientales regionales de su jurisdicción.
Así mismo, reviste importancia la articulación con los instrumentos municipales como los planes de ordenamiento territoriales, las políticas públicas adoptadas y el plan de gobierno que presentaron los mandatarios al momento de su inscripción como candidatos a las alcaldías, para asegurar que efectivamente sus apuestas y promesas de gobierno se puedan materializar y cumplir en estos cuatro años.
En este proceso, es clave hacer una lectura a la participación comunitaria en la construcción de los planes de desarrollo, pues con ello pueden asegurar que los programas y proyectos se aterricen a las realidades de los territorios así como validación y el respaldo a las iniciativas y apuestas de los mandatarios locales para el fortalecimiento de los procesos de gobernanza que se requieren para una buena gestión pública y con participación comunitaria.
Así, con los planes de desarrollo se avivan las expectativas de la gente y de los mismos concejales frente a las apuestas de gobierno, las obras y proyectos que se quieren realizar durante el periodo de gobierno; sin embargo, no hay suficiente recurso público para solucionar todas las problemáticas y hacer todas las obras que si fuera por mera voluntad seguro que se hicieran.
Ante esta situación, debe priorizarse lo más estratégico, fundamental y urgente de resolver que tenga los mayores impactos y beneficie al mayor numero de habitantes y comunidades, y de otra parte, debe conocerse la realidad financiera de las entidades territoriales, pues al desagregar las fuentes de financiación disponibles para la inversión estas se puede ver bastante reducidas para la libre inversión, ya sea por compromisos de pago de deuda pública, las destinaciones específicas, los recursos sin situación de fondos, como la gran bolsa de la salud, entre otros.
Por tanto, el reto no solo es hacer un buen plan de desarrollo sino poder asegurar el cumplimiento de sus metas, para que en lo posible no se tenga que modificar en el camino y que efectivamente pueda apuntarle a solucionar las necesidades más sentidas de las comunidades.
Ahí es donde cobra importancia la articulación y armonización con el plan nacional y departamental de desarrollo, puesto que eso asegurará una gestión efectiva a la hora de radicar y viabilizar los proyectos de inversión de las grandes obras que requieren los territorios que de sus recursos propios no serían posible realizarlas, por lo menos en los municipios de sexta categoría que tienen una dependencia alta a las transferencias nacionales porque sus recursos propios no les alcanzan ni siquiera para cubrir los gastos de funcionamiento, como sucede con muchos municipios de Santander.
En tal sentido, ante la carencia de recursos, debe proyectarse visiones de administración pública con enfoque regional, que permita hacer alianzas con otras entidades públicas y privadas para sumar y aunar en proyectos e iniciativas regionales de alto impacto, así como a generar mayores ambientes para estimular y fomentar la inversión privada y la cooperación.
Ahora el rol del Concejo no solo se limita a su aprobación sino al seguimiento del Plan, a través de sus ejercicios de control político que en sus sesiones ordinarias podrán citar a los secretarios de despacho, quienes serán los responsables del cumplimiento de las metas a través de los planes de acción de cada vigencia.
Por tanto, los concejos municipales, sin que rayen en la coadministración municipal, si pueden ser los coequiperos de los mandatarios locales, para aprobar un documento técnico bien hecho y que responda a las realidades sociales y financieras de sus municipios, así como para ayudar en las gestiones para conseguir los recursos para las obras y proyectos estratégicos; entendiendo así que al final, la calificación del plan no solo es la del alcalde sino también la de los Concejales, por parte de las comunidades que los eligieron y esperan de sus lideres la mayor armonía, coordinación y responsabilidad para administrar de la forma más eficiente y transparente sus recursos públicos.
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*Exalcalde de Encino. Conductor del Programa de José Gabriel de Corrillos.
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor)