Grito desesperado de alarma: se está produciendo una hambruna masiva en Tigray. En la polémica región norteña de Etiopía, más de 400.000 personas están en condición de hambruna y casi dos millones en el borde del abismo. La situación humanitaria en la zona está sufriendo un «dramático» deterioro y el acceso a las ayudas está siendo fuertemente restringido, según denunció Naciones Unidas este viernes 2 de julio.
Casi ocho meses de escaramuzas, iniciadas en noviembre de 2020, entre el Ejército etíope –respaldado militarmente por la vecina Eritrea– contra el grupo líder en la región, el Frente Popular de Liberación Tigray (FPLT), deja una catástrofe humanitaria sin precedentes en la zona, una de las más prósperas del país africano.
«Una de las tendencias más preocupantes es un aumento alarmante de la inseguridad alimentaria y el hambre debido a los conflictos. Se estima que más de 400.000 personas han cruzado el umbral de la hambruna y otros 1,8 millones de personas están al borde de la hambruna», advirtió el secretario interino en asuntos humanitarios de la ONU, Ramesh Rajasingham, lamentando que 33.000 menores de edad están gravemente desnutridos y que la situación podría ser aún peor.
ONU solicita acceso seguro
El pasado viernes, durante la primera reunión pública del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para abordar la crisis en Etiopía, los diplomáticos pusieron el foco en la precaria situación alimentaria de los residentes de Tigray, después de meses de conflicto y bloqueos por parte del Gobierno federal del país.
Una situación que, pese al reciente alto el fuego unilateral acordado por el Ejecutivo del primer ministro Abiy Ahmed, podría agravarse si se producen nuevos enfrentamientos. «Esta semana, el Gobierno anunció unilateralmente un alto el fuego afirmando que lo estaba haciendo con fines humanitarios. El Gobierno ahora debe demostrar que realmente tiene la intención de utilizar el alto el fuego para abordar la catástrofe humanitaria en Tigray», señaló Linda Thomas-Greenfield, embajadora de Estados Unidos ante la ONU.
La estadounidense señaló que las consecuencias para el pueblo de Etiopía «serán devastadoras» si no se produce un acuerdo, con «más combates, más hambrunas, más abusos, más sufrimiento».
La vida de miles de etíopes está en manos de la ayuda humanitaria de las organizaciones internaciones que están hallando, en su camino hacia la región, bloqueos por parte de fuerzas gubernamentales que les impiden llevar los alimentos a Tigray. La semana pasada, un convoy cargado con toneladas de ayuda alimentaria del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas estuvo bloqueado durante cuatro días por fuerzas regionales étnicas Amhara, afines al Gobierno central, impidiéndole su paso y perpetuando la emergencia.
Primer ministro niega hambruna
Mientras Ahmed, Premio Nobel de la Paz en 2019, niega que los tigrayanos estén pasando hambre, la comunidad internacional contradice la versión del mandatario y hace un llamado para el acceso humanitario seguro a la zona. «Necesitamos llegar a ellos ahora. No la próxima semana. Ahora», insistió Rajasingham.
Se trata de la peor situación de hambruna vista en décadas, con más de 5,2 millones de personas en necesidad de ayuda alimentaria, denunciaron desde Naciones Unidas. Una crisis desatada debido al conflicto, que ha impedido que los agricultores y ganaderos puedan cosechar provocando escasez en los mercados. Antes de la escalada bélica, Tigray era una de las regiones más ricas de la nación.
«Lo que necesitamos por encima de todo es que todos los actores armados y de seguridad ofrezcan garantías para un acceso seguro por carretera a los trabajadores y productos humanitarios hacia y desde Tigray, así como a las partes más remotas de la región», pidió el diplomático de la ONU.
En las últimas semanas durante la intensificación de los combates, los cooperantes humanitarios han sido foco de ataque. Hace menos de tres semanas, militares atacaron un convoy en el que viajaba una brigada de Médicos Sin Fronteras, matando a tres integrantes de la organización, entre ellos una cooperante española.
ONU: «Es una crisis de protección»
«Lo que estamos viendo en Tigray es una crisis de protección», enfatizó Rajasingham, citando asesinatos de civiles durante el conflicto, y más de 1.200 casos de violencia sexual y de género graves reportados, «y siguen surgiendo más».
Muchos han criticado al Gobierno de Adís Abeba de usar la hambruna de la población de Tigray como arma de guerra. El viernes, el viceprimer ministro etíope, Demeke Mekonnen Hassen, desmintió las acusaciones alegando que «no tienen ninguna razón para hacerlo».
Sin embargo, en los últimos días y tras la retoma del control de Mekele, capital regional, por parte del FPLT, aliados del Ejército nacional habrían destruido un puente crucial para el suministro de alimentos, alarmando aún más a los organismos humanitarios internacionales.
«La insinuación de que intentamos asfixiar al pueblo tigrayano negando el acceso a la ayuda humanitaria y utilizando el hambre como arma de guerra no tiene arreglo. No hay absolutamente ninguna razón para que lo hagamos», dijo Hassen, quien asegura que su Administración tiene la voluntad de permitir la entrada de ayuda a la región y brindarles apoyo.
La hambruna, denuncia la comunidad internacional, está «totalmente provocada por el hombre» y todavía no visualizan un final del conflicto, pronosticando nuevas escaladas y un agravamiento de la emergencia humanitaria que deja miles de muertos, casi 2 millones de desplazados internos y casi 80.000 refugiados en la vecina Sudán.
El último alto el fuego, según opina William Davison, analista del International Crisis Group, «parece una estrategia deliberada para bloquear y constreñir a Tigray, ya que lo que el Gobierno federal percibe como un liderazgo rebelde la toma el poder en Mekele. Está claro que eso no favorece una operación de ayuda humanitaria. Claramente, eso no es una parte legítima de un alto el fuego humanitario».
Por su parte, la jefa de asuntos políticos y de consolidación de la paz de la ONU, Rosemary DiCarlo, dijo que «hay potencial para más enfrentamientos y un rápido deterioro de la situación de seguridad, lo que es sumamente preocupante». Un futuro en el que, una vez más, la población civil de Tigray será la más golpeada por las consecuencias.